La pandemia de 1918: cien años de sombra, más borrosa hoy
2018/11/30 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
Según algunas fuentes, la pandemia de gripe o gripe española de 1918 fue la más mortal de todos los tiempos. La Peste Negra podría haber matado a más personas que la Peste Negra medieval (que mencionan 50-100 millones), si bien en el conjunto de la población la Peste Negra sería más letal en porcentaje. Sin embargo, se extendió por todo el mundo, tanto en el Ártico como en las islas del Pacífico, y durante los últimos cien años no ha existido una pandemia semejante.
No fue una epidemia, sino una pandemia. La microbióloga Miren Basaras Ibarzabal deja claro cuál es la diferencia: “Cuando en una época determinada aparecen muchos casos de gripe se le llama plaga. Esto es algo habitual y ocurre todos los años. La pandemia es una crisis sanitaria mundial. Es excepcional y se designa cuando aparece un gran número de infectados en todo el planeta”.
“En 1918 millones de personas se infectaron y enfermaron y muchos de ellos murieron. ¿Qué ocurrió? Hay una gran variabilidad del virus”, afirma.
Explica que el virus de la gripe está formado por ocho fragmentos de ARN y que cómo se combinan los diferentes tipos de virus. Lo que apareció en 1918 era totalmente nuevo para el ser humano.
“Normalmente, cuando llega la peste de la gripe, los más vulnerables son los niños, ancianos, inmunodeficiencias... También afecta a personas sanas y con un fuerte sistema inmunológico, pero aunque enferman, la mayoría de las veces no mueren. ¿Qué ocurre en las pandemias? Que todos estamos desprotegidos”. De hecho, el virus que se extendió por las aves llegó a los seres humanos en 1918. Este tipo de saltos se han producido antes y después. Pero la de entonces tomó otra medida.
De las aves al hombre
Los tipos de virus de la gripe se clasifican según los principales antígenos. Los antígenos principales son la hemaglutinina (H) y la neurominidasa (N). El primero tiene 18 tipos y el segundo 11. El virus contiene una de estas hemaglutininas y una neuraminidasa, por lo que las combinaciones son muy numerosas. Además, pueden ser de tipo A o tipo B (también hay de tipo C, pero son mucho menos). “Sabemos que todos estos virus existen, pero no todos han llegado al ser humano. La mayoría están en aves silvestres: patos, pájaros... También existen otros animales, pero sobre todo los patos salvajes. Y de esos animales se corre el riesgo de saltar al hombre”, ha advertido Basaras.
“La llegada a los seres humanos de un virus de las aves, que el receptor no conocía, plantea un problema realmente grave, ya que no tiene anticuerpos contra estos antígenos”. Eso es lo que ocurrió en 1918.
Sin embargo, las plagas de temporada se producen por mutación de los virus típicos del ser humano, los recién creados no son tan diferentes de los anteriores y la gente tiene cierta protección. “A veces la mutación es mayor de lo normal, entonces la gripe de ese año suele ser más virulenta”.
Para protegerse de la gripe estacional se realizan vacunas a partir de los últimos virus generados. Suelen tener tres cepas: H1N1 y H3N2 tipo A y otro tipo B. Basaras considera que los cambios en A son mayores que en B y son mayoría. “Hay quien opina que la vacuna debería tener cuatro cepas para ofrecer más protección, pero lo que se da normalmente es de tres por ahora”.
El causante de la pandemia de 1918 era del tipo H1N1. Aunque en aquella época era completamente nueva para los humanos, ahora es bastante habitual y llega todos los años a nosotros. Entre ellos se encuentran otras variantes del virus, como la que se extendió en 2009.
Conocido como la gripe A, Basaras ha dirigido: “La gripe A está mal dicho. La gripe es una enfermedad y el virus que la originó era del tipo A, pero la mayoría son de este tipo. Aquello era H1N1, pero no lo de siempre, ya que conquistó parte del material genético de animales. Por eso fue tan virulento y el riesgo de que la peste se convirtiera en una pandemia”.
Ha anunciado que estos hechos ocurren una vez. Para prevenir el riesgo existen monitores encargados de realizar el seguimiento de los casos de gripe, en caso de que se produzcan variantes especialmente virulentas, con el fin de detectarlos y tomar medidas lo antes posible. Por ejemplo, en 2009 se crearon vacunas.
Basaras ha recordado que hay zonas en las que hay más riesgo de que el virus salte de animales a seres humanos, como en Asia: “¿Por qué? En los viveros, debido a la cercanía entre aves y personas. Por ejemplo, en las gallinerías se han aislado los virus con H5, H7 y H9. Estos no son habituales en los seres humanos y han causado varias muertes entre los trabajadores de los viveros”.
A menudo estos virus no se propagan más. De hecho, para que se produzca la pandemia, además de que el virus sea antigénicamente nuevo para el ser humano, es imprescindible que sea capaz de transmitirlo de una persona a otra, es decir, adaptarse a la transmisión interhumana. “Porque puede que alguien se contagie con un virus de origen animal, pero si no lo transmite se corta ahí”.
Medidas multinivel
Basaras ha mencionado a los monitores como primera medida preventiva. Esta labor de vigilancia se realiza de forma coordinada entre organismos internacionales: La Organización Mundial de la Salud, CDC (Centros de Control y Prevención de Enfermedades) de EE.UU... “Cuando aparece la gripe estacional, estos equipos identifican y analizan si es habitual o no el virus. En la mayoría de los casos es habitual y no presenta ninguna gravedad especial. Sin embargo, los virus que aparecen fuera de temporada y en lugares concretos como granjas avícolas pueden ser mucho más peligrosos y es muy importante identificarlos y verlos cuanto antes y de qué tipo es y de qué tipo tiene hemaglutinina y neuraminidasa”.
En Europa ha recordado lo ocurrido en 2016. Un virus introducido por patos salvajes, tipo H5N8, provocó numerosas muertes en las granjas avícolas. No se transmitió al hombre, pero tuvieron que sacrificar miles de aves para impedir su expansión.
El sistema de vigilancia es, por tanto, la primera barrera frente a la pandemia. Además, se ha avanzado mucho en el diagnóstico. Los nuevos métodos de identificación del virus permiten conocer el tipo de virus aparecido mucho más rápido que antes. “Hasta que se conoce el virus se establece una cuarentena. Ahí el mayor problema surge cuando el manantial es salvaje, ya que difícilmente se pueden tomar medidas de control efectivas en la naturaleza”.
Una vez identificado el virus y cuando sea necesario, el siguiente paso para prevenir la pandemia es el desarrollo de la vacuna. Desgraciadamente, la vacuna de temporada no protege totalmente ante la peste común, por la capacidad de mutación del virus, y es inútil si el virus es nuevo. En cualquier caso, tanto si el virus es estacional como inusual, en la actualidad existe una forma rápida de vacunarse para combatirlo. Ejemplo de ello fue el surgido para protegerse de la gripe de 2009. Desarrollada por la compañía farmacéutica Novartis, la producción en culturas celulares fue clave para una rápida obtención, ya que normalmente se hace así en lugar de en huevos.
Sin embargo, Basaras ha reconocido que todavía no existe una vacuna que proteja ante todo tipo de virus, “y no creo que se vaya a conseguir a corto plazo”. Eso sí, a diferencia de hace cien años, además de todas estas medidas preventivas, también existen medicamentos para tratar a los pacientes”.
Normalmente, tras la gripe, se toman medicamentos para tratar los síntomas: bajar la fiebre, aliviar el dolor de cabeza… Sin embargo, en la mayoría de los casos no se toman antivirales porque no son imprescindibles, pero sí existen. “No son perfectos porque corren el riesgo de generar resistencia, pero pueden ser útiles en el riesgo de pandemia. Y en 1918 no lo tenían”.
Los antibióticos también eran muy limitados y, aunque son inútiles frente al virus, son útiles para tratar infecciones secundarias. “Los enfermos de gripe, si no se cuidan bien, corren el riesgo de adquirir otros patógenos, muchas veces bacterias. En 1918 muchos de los enfermos de gripe murieron por infecciones bacterianas”.
Por lo tanto, si bien en la actualidad todavía existe riesgo de pandemia, las medidas para combatirla son mucho más abundantes y estrictas que en aquella época. Sin embargo, los expertos advierten que hay que estar alerta.
Por ejemplo, en un artículo publicado en la revista Frontiers ( Back to the Future: Lessons Learned From the 1918 Influenza Pandemic ) han analizado el riesgo de una pandemia en la actualidad, citando a los agentes que ayudarían a propagar el virus: el cambio climático (que puede afectar a la migración de las aves), los factores de salud (malnutrición, tuberculosis y malaria, entre otros), la demografía… Así, calculan que entre 21 y 147 millones de muertos.
Basaras, sin embargo, es optimista: “Ahora podemos responder de una manera mucho más eficaz que hace cien años”.
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