Anunciados los Premios Nobel de Medicina 2002
2002/10/07 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
Las células que forman el cuerpo humano son de cientos de tipos, todos ellos derivados de un óculo fecundado. En las fases embrionaria y fetal, por un lado, el número de células aumenta considerablemente, y por otro, las células maduran y se especializan en la formación de órganos y tejidos. En el cuerpo adulto también se forman numerosas células nuevas. Al mismo tiempo, para que el número de células del cuerpo sea el adecuado, las células mueren. Esta muerte está programada de antemano, con lo que no hay desequilibrio.
C. elegans, modelo de separación celular
Para comprender estos procesos, los galardonados han trabajado con el gusano Caenorhabditis elegans. De hecho, Sydney Brenner fue la primera persona que trabajó con este nematodo, al ver que es ideal para analizar la separación celular y el desarrollo de los órganos. C. elegans tiene una longitud de un milímetro, requiere poco tiempo para crecer y, al ser transparente, puede verse directamente la división celular mediante un microscopio. Además, en 1974 Brenner demostró que una sustancia química, llamada EMS, puede producir mutaciones en el genoma del nematodo. Cada mutación se asocia a unos genes concretos y tiene repercusiones específicas en el desarrollo de los órganos. Brennner compaginó, por tanto, el estudio microscópico de la división celular con el análisis genético, y recibió el premio por los hallazgos que siguieron a esta combinación.
Seguimiento del linaje celular
John Sulston dio continuidad al trabajo de Brenner y desarrolló técnicas para estudiar la división celular del nematodo. En un trabajo publicado en 1976, Sulstone demostró en qué células de C. elegans procedían las células de una parte del sistema nervioso. Además, demostró que las células, en su división y separación, siguen siempre la misma regla. Descubrió que del óvulo fecundado de C. elegans se forman 1.090 células, de las cuales 131 mueren, y que el nematodo adulto siempre tiene 959 células.
De estas investigaciones se concluyó que la muerte celular es programada y previsible en los seres vivos, ya que sigue siempre la misma regla. Además, demostró por primera vez una mutación de los genes implicados en la muerte programada. Entre los genes implicados en la muerte celular se encuentra el gen nuc-1. Sulstone demostró que la proteína que codifica este gen es imprescindible para eliminar el ADN de la célula que ha muerto.
Identificación de genes de muerte
Robert Horvitz avanzó por los dos anteriores. En sus investigaciones iniciadas en la década de 1970, utilizó C. elegans para conocer la existencia de un programa genético que controlaba la muerte celular. Según su publicación en 1986, los genes ced-3 y ced-4 son esenciales para la muerte celular. Posteriormente, comprobó que el gen CED-9 protegía de la muerte e identificó otros genes relacionados con la muerte celular. También observó la presencia de este tipo de genes en humanos.
Importancia de la muerte celular
El trabajo realizado por estos investigadores ha permitido a otros identificar los genes que actualmente controlan la muerte de células humanas. Comprender la programación de la muerte celular es imprescindible para conocer la esencia de ciertas enfermedades. Por ejemplo, ayuda a comprender cómo ciertos virus y bacterias atacan las células humanas.
Los científicos saben que en el sida, tras sufrir un infarto y en algunas enfermedades degenerativas, las células se pierden porque aceleran el proceso de la muerte. En otras enfermedades ocurre lo contrario, como el cáncer y las situaciones autoinmunes las células que deberían morir siguen vivas.
En la lucha contra el cáncer se están probando estrategias que impulsaban el suicidio de las células y hay muchos estudios relacionados con la muerte celular. No es de extrañar, por tanto, que el Premio de Fisiología y Medicina se conceda a estos tres investigadores, que son la base de las investigaciones que se están llevando a cabo en la actualidad.
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