Animales en el espacio
2007/05/19 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
Para probar la influencia de los viajes espaciales en los seres vivos, la NASA lanzó al espacio pequeños monos, entre otros. (Foto: ANDÉN)
De hecho, en 1947 los estadounidenses enviaron moscas de fruta en el cohete V2 junto con algunos granos de maíz. Querían ver cómo les afectaría la ingravidez y la radiación, sobre todo porque soñaban con enviar al hombre al espacio, y antes debían demostrar que no sufriría daño. Para ello se utilizaron animales, no sólo moscas de fruta, sino que enseguida empezaron a espaciar animales mayores, especialmente pequeños monos, chimpancés y perros.
El primero de ellos fue el mono Albert I. Fue colocado en el espacio por los estadounidenses, el 11 de junio de 1948, sin grandes propaganda. ¿Quizás porque sospechaban que iba a morir? Tras él, en un año y medio, fueron enviados otros tres monos (Albert II, III y IV) que murieron todos. Cabe destacar que viajaban anestesiados. Además, a la última se le colocaron instrumentos de medida de parámetros sanitarios que demostraron que el vuelo no le había causado daños y que murió en el impacto de aterrizaje. Otros Albert, al parecer, tuvieron el mismo destino.
Perros cosmonautas
Pero también tuvieron un éxito: En agosto de 1948 se envía un ratón no anestesiado. Durante el viaje le sacaron fotos y vieron que estaba bien. Sin embargo, lo mejor fue que sobrevivió al impacto de aterrizaje. Sin embargo, la inmensa mayoría de los ratones enviados posteriormente murieron.
Los estadounidenses siguieron enviando simios y ratones en los próximos años. Por su parte, los soviéticos, después de probar con ratas y ratones, decidieron enviar a sus perros pequeños, esperando que en vuelo estuvieran más tranquilos que los monos. Además, se eligieron hembras, ya que sus heces son más fáciles de recoger que las de los machos.
Un sello árabe del año 1971 con la imagen de Laika. (Foto: Instituto de Salud de EEUU)
Entre 1951 y 1952 se enviaron nueve cohetes, cada uno con un par de perros. Además, tres perros viajaron al espacio dos veces, por lo que demostraron que los vuelos no les perjudicaban. Todos los vuelos fueron suborbitales.
En 1957 consiguieron poner en órbita un perro. Se popularizó con el nombre de Laika, aunque en realidad se llamaba Kudriavka (“Kizkurtxiki” en euskera). Los estadounidenses le llamaron Muttnik, el “perro sucio ruso” más o menos.
La verdad es que era un perro gris pequeño que se cogió de la calle. Sin apenas entrenar, lo metieron en la cápsula del Sputnik 2 y no tomaron tiempo para preparar el regreso controlado. Así, Laika pasó diez días en la órbita de la Tierra. Durante ese tiempo vieron comer y ladrar con cámaras, pero no hay imagen de su muerte. Se destruyó con el cohete al entrar en la atmósfera terrestre.
Otros pueblos, otros animales
Aravella araña haciendo red en la nave espacial. (Foto: ANDÉN)
Tras Laika, al menos diez perros fueron enviados a realizar vuelos orbital y suborbital hasta el 12 de abril de 1961. Ese día Juri Gagarin se convirtió en la primera persona que viajó al espacio. Era soviético, claro.
Además de la Unión Soviética y Estados Unidos, otros países han sacado los animales al espacio. Por ejemplo, Francia envió una rata al espacio en 1961. En 1962 envía a dos nuevas ratas y, un año después, al gato Félix. Al gato se le colocaron electrodos en la cabeza para seguir la actividad del cerebro. Sobrevivió al viaje espacial, pero el siguiente gato que le enviaron murió.
También se han enviado animales de otras especies para realizar experimentos especiales. A veces los resultados han sido realmente curiosos. Por ejemplo, en 1973 los estadounidenses enviaron dos arañas, Anita y Arabella. Querían saber cómo se desenvolvían para construir una red de arañas.
En sus inicios, Anita y Arabella se movieron a la deriva y fabricaban pequeñas redes. Poco a poco empezaron a construir redes más grandes, pero tenían defectos. Tardaron tres semanas en construir redes deformadas. Lo más interesante es que el hilo era mucho más débil de lo normal. Al no existir gravedad, no necesitaban hilo tan fuerte y, de alguna manera, fueron capaces de ajustar la dureza del hilo.
En aquella época también se enviaron dos peces para ver cómo se orientaban sin gravedad. Pues bien, aunque primero estuvieron girando uno alrededor del otro, acababan nadando con el vientre mirando las paredes del vaso.
En la Estación Espacial Internacional se encuentran animales de diversas especies, todos ellos pequeños, como moscas y otros insectos, lombrices, larvas de erizos de mar, peces, etc. A pesar de su pequeño tamaño, los experimentos que participan son de gran valor, por lo que no son banales.
Publicado en Gara.
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