¿Estamos solos?
2016/03/01 Artaetxebarria Artieda, Xabier - Telekomunikazio-ingeniaria Iturria: Elhuyar aldizkaria
Los estremófilos son los seres más difíciles de la Tierra, que tienen la capacidad de vivir en condiciones que serían mortales para el resto de los seres vivos. Hay varios tipos, como los termofilos, que pueden vivir en lagos termales de hasta 120 ºC, o los acidófilos, que no tienen problemas para avanzar en un medio ácido de pH = 2.0. A pesar de su popularidad, en los últimos años se han realizado numerosos descubrimientos en este campo. La búsqueda de este tipo de organismos increíbles ha provocado también algún error de gran repercusión: A finales de 2010 la NASA anunció que encontraron una vida basada en el arsénico. Esto supondría la existencia de otra bioquímica, ya que en los seres vivos que se conocen el arsénico es un simple veneno: las células lo adquieren en el llamado fósforo, ya que es muy parecido, pero les falla en el momento de su uso, ya que el arsénico es muy inestable. Finalmente, la NASA reconoció que aquel hallazgo no fue correcto, ya que la elevada concentración de arsénico de este peculiar organismo no significaba su uso para el desarrollo de funciones celulares.
Pero fuera de este tipo de excepciones, muchos han sido verdaderos descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo, en la fosa marina de Marianas, en el punto más profundo de la bajamar, en 2013 se encontró más de 6.000 metros de profundidad a 11.000 metros de la superficie. O, cómo no, en el lago subglaciar de la Antártida, mencionado en la introducción. Pero, ¿qué ha visto eso con encontrar vida en el espacio? Lo que los científicos observan es que las condiciones para el avance de la vida no son tan estrictas como se esperaba hace unos años: la temperatura, la presión, la luz, la acidez, etc. no deben estar necesariamente dentro de las medidas que para nosotros son “normales”.
A la vista de ello, se han hecho pruebas de si algún organismo puede vivir fuera de nuestro planeta. Por ejemplo, en Japón se demostró el efecto de la alta gravedad sobre las bacterias. Además, las pruebas no se realizaron con una aceleración que supondría el doble o el doble de la gravedad de la Tierra, sino con 400.000 veces la gravedad de la Tierra. Y también en esas condiciones violentas, algunas bacterias fueron capaces de crecer. Por otro lado, también se han realizado investigaciones en viajes espaciales y se ha comprobado que para algunas bacterias la ingravidez puede ser beneficiosa, ya que se produce más que en la Tierra.
Por todo ello, no parece increíble encontrar vida fuera de nuestro planeta. Pero ¿dónde y cómo buscar? Cuando buscamos cualquier cosa, como las gafas perdidas, se pueden elegir dos estrategias. La primera opción es mirar en lugares fáciles, donde no nos piden mucho trabajo: encima de la mesa de la cocina, en el salón, en la mesa de noche. La segunda opción es pensar dónde pueden estar. ¿Cuándo los utilizamos por última vez? ¿En el coche? ¿Estarán allí? Igual para la vida fuera de la tierra. Empecemos de cerca: La Luna antes, después de Marte. Ya hemos mirado en la Luna y parece que en ella no hay nada.
En Marte también hemos empezado a mirar, aunque sea desde la superficie. No hay mucha esperanza de encontrar vida en el planeta rojo, ya que no cumple dos condiciones supuestamente vitales: el agua en estado líquido y la atmósfera. Todos los seres vivos que conocemos necesitan agua para vivir, aunque algunos pueden sobrevivir sin ella durante mucho tiempo. La atmósfera, por su parte, cumple varias funciones: proteger de la radiación espacial, “enganchar” las moléculas al planeta y generar una presión mínima para retener el agua líquida.
El hallazgo más interesante que se ha hecho hasta ahora en Marte ha sido el metano, que no es la tos de la cabra de medianoche, aunque ha sido pequeña. Por lo que conocemos en la Tierra, el metano es producido por seres vivos o volcanes. Incluso en Marte, si fuera así, significaría que el planeta rojo está vivo, si no es biológico, al menos geológicamente. Sin embargo, el descubrimiento del metano es muy interesante y debe ser mejor analizado en los próximos proyectos de exploración para conocer su origen.
El metano fue descubierto por el satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA), Mars Express, que gira alrededor de Marte. En la superficie del planeta, Curiosity, un vehículo robótico de la NASA, está observando si Marte está vivo o ha estado presente, entre otros experimentos. En 2016, iniciado y dentro del programa ExoMars de la ESA, se enviará un nuevo satélite para poder realizar mediciones de metano más precisas. Dos años después, en 2018, la ESA enviará un vehículo a Marte en busca de indicios de vida.
En nuestro Sistema Solar, sin embargo, hay astros que presentan mejores condiciones para la vida que Marte.
Después del planeta rojo tenemos a Júpiter, en principio un candidato muy inadecuado, ya que no es un planeta terrenal sino un gigante gaseoso que apenas tiene agua. A su alrededor gira un satélite llamado Europa. Es bastante menor que la Tierra (similar a nuestra Luna) y tiene una atmósfera muy fina (la presión sobre la superficie es 10 -12 veces mayor que la terrestre). Sin embargo, tiene una característica que la hace muy atractiva: el agua en estado líquido. El problema es que este agua no está en la superficie, porque está tan lejos del Sol que está helada. Sin embargo, las fuerzas de atracción de Júpiter movilizan esta capa de hielo, y se cree que el calor provocado por este movimiento permite la presencia de un mar de agua a varios kilómetros de la superficie. Además, en 2013, la NASA señaló que se pueden ver chorreados de hasta 200 km de agua que salen de la superficie helada europea, probablemente por el calor necesario para el mar interior.
Con todos estos datos significativos, en enero de 2015, la NASA ha conseguido un presupuesto que proviene del Gobierno de los Estados Unidos para acometer su primera misión específica para Europa. El objetivo de este proyecto, denominado Europa Clipper, será recoger datos de todo tipo sobre este astro helado: detectar qué compuestos químicos existen, localizar fuentes de calor, crear un mapa topográfico, etc. Aunque en este caso el objeto de estudio no sea Júpiter, técnicamente es más fácil que las sondas orbiten alrededor de este gigantesco planeta y, en la medida de lo posible, se acerquen de vez en cuando a Europa. Así, la NASA ha calculado que se podrá circular 45 veces cerca de Europa a una altura de 25 km.
Buscar vida en Marte y Europa es como buscar gafas en los lugares más superficiales de la casa. Ahí miramos porque son los candidatos más cercanos. Otra opción es buscar planetas que puedan ser adecuados para la vida en todo el universo. En los últimos años, especialmente desde la puesta en marcha del telescopio Kepler, se han encontrado cientos de planetas fuera del Sistema Solar. Concretamente, el planeta 2.073, tal y como aparece en la web exoplanet.eu el 10 de febrero. Por otra parte, con el telescopio Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS) que se lanzará en 2017 se espera que este número aumente considerablemente. Aunque tanto Kepler como TESS ayudan a encontrar datos sobre exoplanetas, ofrecen poca información sobre la habitabilidad. Para ello, está planificado el lanzamiento del telescopio Webb para 2018. Esta sonda ayudará a estudiar la estructura atmosférica de los exoplanetas y podrá ser utilizada para localizar gases relacionados con la vida, como el metano. Por lo tanto, con la utilización conjunta de TESS y Webb se espera encontrar un gran número de exoplanetas aptos para la vida.
Pero, ¿cuáles son las condiciones adecuadas para la vida? En base a la bioquímica que conocemos, hemos mencionado que el agua es imprescindible. También son obligatorios el carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno. ¿Puede ser vivo sin estos elementos? Hay científicos que proponen que sí, sustituyendo el agua por amoniaco o el carbono por silicio. La ausencia de seres basados en este tipo de bioquímica en nuestro planeta no significa que no pueda estar en otro lugar. ¿Cómo buscar aquello que no sabemos ni cómo es? Estos científicos afirman que teóricamente habría que estudiar estos posibles ciclos biológicos para poder buscar sus huellas en el espacio. Sería buscar gafas que nunca hemos visto. O quizás más directamente buscarlas sin saber qué son las gafas.
Hemos visto que en la Tierra es difícil encontrar un lugar sin vida, ya que hay alguna bacteria que tiene el rincón más duro. Y fuera de la Tierra no hay candidatos para dar alojamiento a algún ser vivo. Búsqueda iniciada. ¿Dónde están las gafas?