Los vampiros no son tan terroríficos
2005/06/05 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Son tres las especies de murciélagos llamadas vampiros, y ninguna vive cerca de Euskal Herria; la verdad es que todas viven en el continente americano: Al sur de Norteamérica, Centroamérica y norte de Sudamérica. Por lo tanto, no hay mucho que ver aquí los vampiros de murciélago. Pero en la zona donde viven los vampiros tampoco son fáciles de ver, ya que suelen andar de noche
Sin embargo, no es mucho tiempo que han recibido el nombre de vampiro, ya que el origen de la palabra vampiro se encuentra en las leyendas de Rumania y sus territorios colindantes. En ellas aparecen personajes curvos y terroríficos que se alimentaban de sangre humana. Y como esos murciélagos especiales también se alimentan de la sorción de sangre, se les ha dado ese nombre: los vampiros murciélagos.
Pero estos murciélagos no beben en absoluto sangre humana, sino de ganado y algunas aves. Y, además, son mucho más pequeños que esos enormes murciélagos de ficción: Apenas alcanzan los 40 gramos, y con las alas muy anchas tienen unos 35 centímetros como máximo.
Por otra parte, en el nombre científico de muchos murciélagos se hace referencia a los vampiros. Ejemplos de ello son los géneros Vampyrum , Vampyressa , Vampyrodes y Vampyrops, pero estos murciélagos no son fermentadores de sangre, sino que tienen una dieta similar a la del resto de murciélagos.
¿De dónde vienen?
Por supuesto, no es habitual que los murciélagos beban sangre. Muchos son frutales y otros se alimentan de insectos. Y se cree que los vampiros evolucionaron de unos murciélagos insectívoros. Existen varias teorías para explicar el origen de estos murciélagos especiales. Algunos creen que los antepasados de estos murciélagos comían insectos parásitos de los mamíferos, parásitos sanguinarios, mientras que otros comían insectos que crecen en las heridas de los grandes mamíferos y sus larvas, que poco a poco fueron tomando afición al consumo de sangre.
Los vampiros murciélagos pertenecen al grupo de hebras de murciélago americano (Phyllostomidae). Su rostro es muy especial, con extremo grande y aplanado, incisiones muy cortantes para perforar la piel del ganado y orejas muy grandes.
Estas grandes orejas ayudan al murciélago a ‘ver’ en la oscuridad. De hecho, utiliza un sistema llamado ecoloquiación para detectar el entorno: el sonido, la onda ultrasónica, en concreto, detecta objetos del entorno gracias al eco emitido y escuchado. El murciélago se sirve de este sistema para detectar la presa durante la noche.
En el caso del murciélago vampiro, la presa suele ser una vaca dormida. El que vuela el murciélago es conocido, pero el vampiro se acerca a la vaca por el suelo. A diferencia de la mayoría de los murciélagos, el vampiro se adapta bien al suelo y no sólo corre. Para ello, hace fuerza con brazos en forma de alas (si se compara con el estilo de carrera de los demás animales, la forma de correr de este murciélago es graciosa) y, para el pequeño, es muy rápida, los investigadores le han medido una velocidad de un metro por segundo.
Una comida pero imprescindible
Pues como hemos dicho, la vaca se acerca al suelo y selecciona un vaso sanguíneo de la pierna. La zona en la que se encuentra el vaso sanguíneo es más caliente que el resto de la piel, mediante la cual el murciélago detecta. Una vez localizado el vaso sanguíneo, éste pincha los dientes para perforar la piel y absorbe la sangre que circula por el conducto.
El murciélago necesita unos veinte gramos de sangre para satisfacerlo. La vaca no se desangra, ni mucho menos. La sangre supone alrededor del 10% del peso del animal, por lo que una vaca de unos cuatrocientos kilos contiene cuarenta kilos de sangre, lo que puede considerarse una tontería perder veinte gramos.
El problema debería ser que no la vaca, sino el murciélago, toda esa sangre apenas entra en ese diminuto cuerpo. Además, algunos componentes de la sangre son más nutritivos que otros, por lo que el murciélago, a medida que la sangre es aspirada, separa el plasma en los riñones y lo expulsa con la orina al exterior. De este modo, elimina al menos un poco de peso y le costará menos volar a casa.
El vampiro normalmente no hace toda la noche fuera, al menos si ha tenido la fortuna de alimentarse, vuelve en dos horas; se cuelga de cabeza abajo y empieza a hacer la digestión. Sin embargo, después de pasar de una noche a otra, no siempre vuelve la tripa llena. Los expertos han calculado que en una de cada veinticinco salidas el vampiro vuelve en ayunas, un porcentaje mayor en los murciélagos jóvenes y mucho más alto en los que muere el hambre.
Estos murciélagos no pueden resistir el ayuno de tres días, pero si son hábiles y se alimentan casi todas las noches pueden llegar a vivir veinte años.
Las costumbres de los vampiros murciélagos han despertado la curiosidad de muchos expertos. Cuanto mejor conozcamos, menos miedo tendremos a los vampiros.
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