Empezamos a ser hablantes y hábiles
2009/05/23 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia
Los chimpancés, por ejemplo, los animales más cercanos a nosotros, no son capaces de hablar. En sus investigaciones se ha observado que tienen mayores limitaciones a la hora de adquirir el conocimiento necesario para el uso de herramientas básicas, como por ejemplo la posibilidad de utilizar una piedra para romper nueces. Tienen dificultades para utilizar herramientas de enseñarse mutuamente.
Con el inicio de la comunicación lingüística, los seres humanos comenzaron a construir herramientas cada vez más complejas. Gracias a la lengua, los individuos eran capaces de transmitir ese conocimiento, lo que les permitía tener conocimientos cada vez más complejos.
Así expuesto, parece que la capacidad de hablar es independiente del resto de habilidades. Sin embargo, las investigaciones que se están llevando a cabo en los últimos tiempos en esta materia sugieren que la relación entre capacidades es superior a esta. En un artículo escrito en la revista Nature, dos investigadores de la Universidad de Budapest, EÃ>tv??s Loránd, afirman que desarrollamos simultáneamente diferentes rasgos de la inteligencia humana.
Inteligencia en los genes
Los seres humanos hemos podido desarrollar todas nuestras capacidades gracias a la inteligencia. Nos permite hablar, comunicarse, crear herramientas y organizarnos en sociedades complejas. Todo esto vamos aprendiendo a medida que crecemos y crecemos, pero nuestro cuerpo, en sí mismo, tiene que tener ciertas características para poder desarrollar estas habilidades. De hecho, la inteligencia, y todas las características asociadas a ella, son fenómenos naturales que surgieron en un momento concreto de la evolución.
Los expertos llevan diez años estudiando los genes que se encuentran tras la capacidad de hablar. Por supuesto, no hay un gen que nos capacite para hablar, o que nos habilite para hacer herramientas. Los genes pueden tener varias funciones, algunas proporcionan información para producir proteínas, otras realizan labores de regulación, es decir, impulsan o evitan la puesta en marcha de otros genes, etc.
La capacidad de hablar es más que una proteína. Es un mecanismo muy complejo, un puzzle con muchas piezas. Por ejemplo, en 2001 se descubrió que un gen llamado FOXP2 tenía una enorme influencia en la capacidad de hablar. De hecho, vieron que a una familia londinense con gran dificultad para hablar le afectaba el gen.
Al analizar el propio gen, vieron que su función es la de poner en marcha otros genes. Hoy sabemos que el FOXP2 afecta a 285 géneros. Además, los científicos han visto que todos los animales, plantas y hongos tienen ese gen. En el ser humano no sólo afecta a la capacidad de hablar, sino que también se expresa en tripas, corazón, pulmones, etc. Esto significa que la obligación del gen es fundamental y va mucho más allá de la capacidad de hablar.
Parece ser que, además, varias investigaciones han descubierto que las personas con problemas de capacidad de hablar también tienen problemas en otros comportamientos. Por lo tanto, lo que sugieren los científicos que han escrito en la revista Nature puede ser cierto, es decir, que las características anatómicas que nos hicieron capaces de hablar nos daban la habilidad de hacer herramientas. Y viceversa.
Publicado en Ortzadar
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