Biomasa, combustible orgánico renovable
2000/11/26 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
No hace tanto tiempo las txondorras de carbón vegetal podían verse en los bosques de Euskal Herria. De hecho, el carbón vegetal ha sido y sigue siendo un importante combustible durante muchos siglos. Pero cuando en tiempos de la Revolución Industrial predominaron los combustibles fósiles, la biomasa se descartó, al menos en los países industrializados y no es que se hayan vuelto a reforzar muchos años más.
Fuente multiusos
Con el fin de los combustibles fósiles y el calentamiento del planeta, las fuentes de energía alternativas están cada vez más protegidas. Se cree que las energías renovables van a desempeñar un papel importante en el futuro y la biomasa tiene grandes posibilidades de ponerse al frente de las renovables. Tiene ventajas que otras fuentes no tienen.
La energía solar y la energía eólica, por citar dos que están en boca de todos, tienen limitaciones en cuanto a la energía que generan: pueden producir energía mecánica, electricidad y calor, pero no más. La biomasa, sin embargo, sirve para producir calor y electricidad, pero de la biomasa se puede derivar gas quemable o líquido que se almacenará en tanques y se obtendría mediante bombas. La biomasa puede convertirse en combustible sólido, líquido o gaseoso y, a partir de pequeñas imposiciones, puede sustituir en el futuro a combustibles fósiles. Según algunos estudios, la biomasa para el año 2050 será la quinta parte de la electricidad y la fuente de dos quintos de combustible directo, especialmente en los países industrializados, como la CAPV, la biomasa representa el
78% de las energías renovables en el Plan Estratégico 2005.
Origen solar
La energía de la biomasa es básicamente la energía química, acumulada por los compuestos presentes en los tejidos vivos. El origen último de todos estos compuestos es la fotosíntesis que se produce en las plantas. Durante la fotosíntesis, las plantas convierten la energía solar en materia orgánica. Posteriormente, el reino animal, incluido el hombre, adquiere y transforma la materia orgánica. A pesar de que el rendimiento del proceso de fotosíntesis es muy bajo, la gran superficie vegetal que cubre la Tierra es una gran fuente de energía.
La biomasa, proveniente de animales o plantas, cambia sus características. Dado que la biomasa procedente de las plantas contiene más hidratos de carbono, estos son eficientes energéticamente, por lo que la biomasa vegetal es la más útil para producir energía. La biomasa animal, en cambio, es menos adecuada para la producción de energía.
En la actualidad la producción y aprovechamiento de biomasa se ha desarrollado principalmente en dos áreas: biomasa residual y cultivos de producción de energía. Los residuos pueden ser tanto de origen natural como de actividades humanas. Los matorrales forestales o árboles caídos son residuos naturales y muy apropiados para la producción de energía, ya que sólo en
zonas donde la demanda energética es muy baja se puede explotar sistemáticamente el bosque. De hecho, en la actualidad se están perdiendo bosques en muchas regiones del planeta. Por ello, lo más adecuado es aprovechar los residuos de desbroce y desbroce, así como los residuos de la industria maderera. De estos residuos se puede extraer, además, más energía de la estimada.
Los residuos generados en los sectores forestal, agrícola, ganadero, industrial o los residuos orgánicos y basuras urbanas también sirven para
producir energía de biomasa. En muchos casos se utilizan para la producción de biogás y el biogás, compuesto principalmente de metano, puede quemarse para producir electricidad. En la Comunidad Autónoma del País Vasco existen tres plantas que producen electricidad a partir de la basura. Bio Artigas de Bizkaia, Bio SanMarcos de Gipuzkoa y BioSasieta de Goierri, inaugurada este año.
Agricultura energética
Los cultivos para la producción de energía son cultivos destinados exclusivamente a la obtención de energía. En países como Brasil y Estados Unidos, la caña de azúcar y el maíz se explotan para obtener etanol utilizado como combustible para automóviles. El etanol se mezcla con la gasolina de los coches, lo que permite preparar gasolina sin plomo. Como combustible de biomasa se utilizan generalmente árboles de rápido crecimiento, cereales y aceites vegetales. Su cultivo es una excelente vía de recuperación de suelos degradados y su valor añadido radica en el uso de plantas para producir energía.
Sin embargo, hay muchas discusiones sobre los cultivos de producción de energía. La rentabilidad y la competencia con los alimentos. Los alimentos, por supuesto, son prioritarios, por lo que el
cultivo para la producción de energía de biomasa debe ser analizado adecuadamente para evitar la competencia alimentaria. En algunos municipios, en lugar de utilizar residuos, la tentación de preparar campos de cultivo específicos para generar energía puede suponer no sólo un menor crecimiento de nutrientes, sino también la tala desproporcionada de bosques para cultivar nuevos campos. Sin embargo, hay casos en los que la producción conjunta de alimentos y energía es una ventaja, ya que cuando las infraestructuras y la situación económica mejoran, la producción de alimentos aumenta.
El cultivo de algunas especies agrícolas o forestales para la obtención de energía es muy apropiado para el balance del dióxido de carbono ambiental y para mejorar el estado de la naturaleza. El dióxido de carbono emitido al quemar la biomasa es reabsorbido por los cultivos, de manera que el balance de dióxido de carbono queda vacío.
Existe tecnología para el uso de la biomasa, pero los precios son los principales límites. El precio del petróleo, que ahora nos parece impresionante, es falso, no tiene en cuenta todo el ciclo y por eso la biomasa es más cara. Pero no es real. Limpiar una atmósfera manchada con combustibles fósiles es mucho más caro que comercializar biocombustibles.
Oportunidad para personas en desarrollo
Un sistema energético basado en la biomasa no sólo beneficia al medio ambiente, sino que puede ayudar a que los países subdesarrollados salgan del agujero. Se trata de una vía de creación de empleo, ya que la producción de biomasa requiere una gran mano de obra. Por ello, consideran que son una buena vía para el desarrollo de las zonas rurales los países subdesarrollados, entre los que se encuentra la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). La producción, transformación y comercialización de biomasa genera muchos más puestos de trabajo
que otras actividades energéticas y requiere al mismo tiempo una menor inversión, tanto en el inicio como en todos los demás pasos.
La biomasa puede provocar una descentralización energética y llevar electricidad y
agua a zonas agrícolas no industrializadas. Por otra parte, los subproductos que se generan en la transformación de la biomasa sirven para impulsar las economías agrícolas de aquellas regiones: pueden utilizarse para la quema de matorrales y ramas y para la obtención de calor; si hay residuos son buenos como abono y pueden sustituir a fertilizantes químicos o ser alimentos para animales.
Publicado en el suplemento Natura de Gara
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