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Euro bronce

2001/05/24 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Si llega el euro a toda velocidad y en breve no será necesario pasar por la oficina de intercambio para dar un paseo por Francia, Alemania o Italia. Nos han dicho que mejorará las relaciones económicas entre los europeos y que será beneficioso para el comercio, pero la mayoría miramos con un punto de pereza la nueva moneda. Sin embargo, sabemos que de cara al futuro el euro nos facilitará la vida, como la sistematización de las unidades de medida simplificó el mundo de la ciencia y la tecnología. Salvo los de origen inglés, todos utilizamos metros, centímetros, kilogramos y grados centígrados y, aunque no hablemos del mismo idioma, nos entendemos perfectamente.

Las sociedades que se florecieron hace 4.000 años alrededor del Mediterráneo no eran tan diferentes de nosotros y ellas también tuvieron que afrontar estos problemas. De las huellas encontradas en los yacimientos de la época y de los escritos de entonces sabemos que los mesopotámicos, sirios, egipcios... eran buenos mercaderes, incluso con unidades de peso propias. En la antigua Siria utilizaban talentos, shekeles y minas, incluso en la ciudad de Ugarit, aunque la relación entre estas unidades era diferente. Los egipcios, por su parte, utilizaban KDT y DBN.

Según dos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Harvard de Boston, el trato entre estos países era imprescindible para impulsar el comercio y garantizar la confianza entre los compradores. En la revista Nature de hoy han explicado su hipótesis.

El número mágico es de 9,4 gramos. La investigación se ha basado en el talento, el shekel y el dolor y se ha basado en el sistema de Multitudinarios. Su shekel ha sido calculado como un kdt de los egipcios y como las tres cuartas partes de un dbn. Ambos investigadores han comprobado que con la multiplicación y la suma simples se consiguen correlaciones concretas entre unidades y que los comerciantes también lo hacían igual. Por ejemplo, cuatro shekel (37,6 g) son aproximadamente tres dbn (38,49 g). Los investigadores creen que la precisión de los cálculos de la época no destacaría la incidencia de un gramo y han mostrado su confianza en el posible sistema de intercambio propuesto por ellos mismos. En el artículo publicado en la revista Nature se han presentado numerosas estimaciones y correlaciones. Curioso e interesante.

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