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Especies en extinción

2001/09/30 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa


Tradicionalmente, las especies han desaparecido porque la ley de la evolución lo hace, por los cambios climáticos o por los cataclismos. Pero XIX. Desde finales del siglo XX, el hombre que, por influencias directas o indirectas, ha trastocado las leyes de la evolución es el principal causante de la desaparición de los animales.

Se habla mucho de especies que están a punto de desaparecer, pero como abordar este problema desde la raíz da tanto miedo como agarrar a la res, en la mayoría de los casos nos conformamos con decir que una especie así o similar está a punto de desaparecer, aunque llegar a esas conclusiones no es tan fácil como se esperaba, ¡ni mucho menos!

Para la recuperación de especies en peligro de extinción, lo ideal es restaurar el hábitat destruido.

La distribución geográfica, el nivel de población, las características biológicas, las especificidades reproductivas y las amenazas a las que se enfrenta una especie en peligro de extinción son algunos de los datos que deben tenerse en cuenta. En general, las especies que presentan un área de distribución reducida, un número reducido de individuos, una alta singularidad y sensibilidad y un ciclo reproductor largo presentan una mayor probabilidad de extinción.

Sin embargo, bajo estas líneas generales puede existir un gran desconocimiento y es por ello que es tan difícil determinar si la especie se encuentra realmente amenazada o no. Por ejemplo, a menudo es difícil contar a los individuos, y en algunos casos puede resultar imposible debido al pequeño tamaño del animal o a la dificultad de penetrar por la selva. En el caso del elefante africano, por ejemplo, los cálculos oscilan entre 500.000 y 800.000 individuos. Sin embargo, el principal problema es definir la biología de la especie. Los hábitos alimenticios, la sensibilidad a las enfermedades y el ciclo reproductivo son algunos de los aspectos importantes, pero, desgraciadamente, todavía existe un gran vacío e ignorancia.

Pero, ¿cuándo se puede decir que una especie está en peligro de extinción? Para llegar a esta conclusión es necesario identificar el número de individuos y la amenaza que puede llegar a desaparecer. A continuación se calculan las probabilidades y se mide la sensibilidad de la especie ante la amenaza. Todo puede ser un trabajo largo y de paciencia, pero al mismo tiempo necesario para medir la influencia humana y definir las medidas a adoptar en el futuro. Otra cosa es que luego se respeten estas medidas.

Animales en peligro

Al igual que ocurre con otras especies, en el caso de las ballenas también influye la caza y el comercio.

En base a datos científicos, la CNN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales) ha clasificado las especies en ocho categorías según la amenaza: especies totalmente extinguidas, especies totalmente desaparecidas en la vida silvestre, especies con alto riesgo de extinción, especies amenazadas, especies vulnerables, especies de bajo riesgo, especies poco conocidas y especies no investigadas.

La propia Asociación publica periódicamente un listado de especies amenazadas. Según la lista de 2000, el 24% de los mamíferos, el 12% de las aves, el 25% de los reptiles, el 20% de los anfibios y el 30% de los peces estaría en peligro. En cuanto a la distribución geográfica, parece que la situación varía de un país a otro. La mayoría de mamíferos y aves amenazadas se encuentran en Indonesia, India, Brasil y China.

El principal enemigo, el hombre

XIX. Desde el siglo XIX, la consideración ciega del desarrollo como objetivo permite afirmar que el ser humano se ha convertido en enemigo de muchas especies. La mayor afección humana es la eliminación de los hábitats de los animales por la ampliación de las infraestructuras (caminos, puentes, aeropuertos, zonas turísticas, zonas industriales...) y de las ciudades. Por ejemplo, la extracción de madera o la ampliación de zonas agrícolas se realiza mediante la explotación masiva de selvas, la desecación de zonas húmedas para nuevas construcciones, la explotación de cortineros de coral, verdaderamente ricas, pero también la destrucción de ecosistemas muy sensibles.

La caza y el comercio son la segunda causa de extinción de las especies. Los animales salvajes son una importante y sin medida fuente de alimento en todos los continentes y la pesca puede causar desastres enormes (ver Naturaleza del Siglo XIX). Por otro lado, existe un enorme comercio de animales vivos para parques zoológicos, laboratorios y compañías, así como de animales muertos que se alimentan o aprovechan la piel. Frente al comercio legal se ha desarrollado un comercio ilegal de 15 millones de euros al año. Aunque parezca sorprendente, este tráfico es el más importante después del tráfico de drogas y armas.

Otras actuaciones tienen efectos indirectos. Entre ellos se encuentran los incendios, las líneas de alta tensión, el exceso de turistas, algunos deportes y la liberación de especies invasoras.

La contaminación del aire, y más aún la del agua, puede constituir una gran amenaza para los animales, ya sea por la muerte masiva directa o indirectamente por la desaparición de los alimentos. Los principales contaminantes son los pesticidas, las mareas negras y los metales pesados.

Medidas de protección de los animales

Muchas de las medidas que se adoptan para proteger a los animales son muy sencillas, pero para ello es necesario destinar recursos económicos, técnicos y humanos. Sin embargo, a menudo es más difícil que se encuentren estos recursos que enfrentarse a intereses económicos y políticos.

En el caso del cocodrilo y el galápago, la especie se repoblará con animales de vivero.

Una de las vías más utilizadas para mejorar el estado de los animales es la repoblación de determinadas zonas. Se trata de una solución que en algunos casos ha dado buenos resultados, como en el caso de las aves, pero que no es tan sencilla como se esperaba, ya que previamente es imprescindible eliminar la contaminación que ya ha desaparecido. Además, para repoblar un lugar, los animales deben ser trasladados desde otro lugar, pero hay que darles caso, sin desnudarse en la excusa de repoblar una región. Por otro lado, es un trabajo a tener en cuenta para evitar la contaminación genética.

Algunas repoblaciones se suelen realizar con animales de granja, como en el caso de los galápagos y cocodrilos. Una vez recogidos los huevos, es liberado en su medio natural cuando el animal es bastante fuerte. Sin embargo, hay que tener en cuenta que a los animales de granja les cuesta acostumbrarse, por lo que no siempre es la mejor opción. Por otro lado, los viveros son una buena solución para reducir el tráfico ilegal y reducir la ocupación de animales por la naturaleza.

Pero la solución que aborda el problema radicalmente es el plan de recuperación del hábitat destruido. En algunos casos es suficiente reforestación, regeneración de zonas húmedas o explotación racional. Pero como es mucho más fácil de decir, el ser humano ha querido asegurar su futuro creando parques naturales y espacios protegidos similares. Desgraciadamente, la eficacia de estos ámbitos es cada vez más cuestionada.

Acuerdos internacionales para la protección de la biodiversidad

La importancia de la protección de la biodiversidad para el conjunto del planeta hace necesaria la armonización de las legislaciones mediante la firma de convenios internacionales y la cooperación entre países. Entre los acuerdos se pueden distinguir los nacionales e internacionales de la Unión Europea.

Entre los europeos destacan la directiva de aves de 1979 y la directiva de hábitat de 1992. El primero tiene como objetivo proteger a todas las aves silvestres que habitan en terrenos de la Unión Europea, estableciendo normas para evitar la destrucción de hábitats y la caza. El segundo sirve para aplicar el Convenio de Berne para la protección del patrimonio: Lista de especies que requieren medidas especiales de protección en todos los países europeos.

En cuanto a los convenios internacionales, muchos regulan el hábitat, la caza y el comercio, pero la mayoría sólo protegen a determinadas especies. Además, no todos los países firman y, por tanto, no siempre son muy eficaces. Uno de estos acuerdos fue firmado en 1973 por 155 países y 4.900 animales son el convenio de Washington que regula el comercio de especies.

Pero una de las más destacadas es, sin duda, el Convenio sobre la Biodiversidad de 1992. Firmado por 181 países, su objetivo es proteger la biodiversidad a nivel mundial, utilizar y distribuir los recursos de la Tierra de forma sostenible. Entre los convenios para la protección de determinadas especies se encuentran el convenio para la protección de las especies migratorias de 1981 y el convenio para la ballena de 1946.

Publicado en el suplemento Natura de Gara

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