Distopías genéticas: tan cerca, tan lejos
2019/03/01 Garcia Etxebarria, Koldo - Genetikan doktoreaEHUko Genetika, Antropologia Fisikoa eta Animalia Fisiologia saila Iturria: Elhuyar aldizkaria
Las distopías son un género literario en el que el futuro se nos representa con preocupación. Este ejercicio no es más que una excusa para reflexionar sobre la sociedad y la tecnología, para descubrir dónde nos pueden llevar los descubrimientos de un momento determinado o sus usos. Y la genética y sus avances también han propiciado reflexiones sobre la humanidad y la sociedad.
La novela Bai mundu berria (Aldous Huxley, 1932) es una obra clásica de ciencia-ficción y distopía. En ella se describe una sociedad sin preocupaciones y sana y dividida en castas. En función de las capacidades genéticas, los embriones incubados se clasifican en una o otra casta y crecen y educan para realizar las tareas propias de cada casta: Mientras que Alfe realiza trabajos de gran inteligencia, Epsilon realiza los trabajos físicos más duros. De este modo, Huxley nos revela de forma muy cruda el uso extremo de la eugenesia. En el caso de este autor, no es de extrañar que la eugenesia sea utilizada para representar un mundo distópico, ya que Huxley conocía de cerca la genética y la evolución: Thomas Henry Huxley, abuelo de Aldous, fue un ferviente defensor de la teoría de la evolución de Darwin, por lo que le llamaron “el bulldoga de Darwin”. Sir Julian Huxley, hermano de Aldous, fue el primer director general de la UNESCO y, aunque nos sorprende hoy en día, también fue presidente de la Sociedad Británica Eugenésica, en la que se utilizaron las aportaciones recibidas desde diferentes ámbitos para actualizar la teoría de Darwin, a todas ellas denominadas “Síntesis moderna” (que también se debe a Julián Huxley).
En la película de culto Gattaca (Andrew Niccol, 1997) nos presentan una sociedad construida bajo la influencia de la eugenesia. Al nacer se realiza un test genético a los recién nacidos para establecer su futuro. Por ello, los padres recurren a la manipulación genética para crear los mejores embriones a partir de su material genético. Por lo tanto, los niños nacidos al azar, es decir, los nacidos por sexo, tienen más dificultades y los discriminan a la hora de acceder al trabajo o a los seguros.
Aunque entre ambas obras hay un intervalo de 65 años, ambas hablan de la eugenesia, los genes como destino inevitable y la manipulación genética. Dos tiempos diferentes pero preocupaciones por los descubrimientos de la genética. ¿Miedos sin fundamento o buenas perspectivas del presente?
No es casualidad que Huxley esté preocupado por la eugenesia. XX. En la década de los 30 del siglo XX, este movimiento tenía una gran fuerza, incluso dentro de la ciencia, ya que tenía un discurso atractivo: al heredarse las características (genéticamente), las características perjudiciales no deberían tener descendencia, con lo que esas características perjudiciales desaparecerían de la especie para lograr una mayor humanidad. Varios gobiernos, como algunos estados de Estados Unidos, tomaron con entusiasmo esta doctrina y pusieron en marcha los programas de esterilización obligatorios. En aquella época, más que acabar la distopía en una eugenesia, se preocupaba de que no vivieran en una realidad eugenésica. El horror de los experimentos nazis acentuó la concienciación contra la eugenesia y provocó el declive de las ideas que hoy en día consideramos contrarias a la ética, aunque costó. Podemos pensar que se trata de una cosa del pasado que ya ha sido superada y que, por tanto, se ha evitado acabar en una de esas distopías.
Sin embargo, a pesar de que la comunidad científica ha dejado clara su postura al respecto, seguimos recogiendo noticias que pueden generar preocupación. Por ejemplo, se acaba de saber que en la University College London de Londres se han celebrado reuniones ocultas sobre la eugenesia en los últimos tres años. Esta universidad ha puesto en marcha un estudio para aclarar qué ha sucedido, ya que ha generado una gran preocupación en las instalaciones de la organización. Por otra parte, en algunas culturas y sociedades se consideran maldiciones algunas características, muchas veces genéticas. Por tanto, si tienen la oportunidad de elegir las características de sus embriones, evitarán esas malditas características. Podemos considerarlo como una eugenesia secreta, sutil, pero al fin y al cabo eugenesia.
Esta posible idoneidad de las características está muy relacionada con las consecuencias que pueden derivarse de la información genética. En estos mundos distópicos, los genes establecen qué puede hacer una persona, los genes se utilizan para clasificar a las personas como destino inevitable.
Sin embargo, la biología no es tan simple ni tan sencilla. Salvo unas pocas características y/o enfermedades, la relación entre el material genético y las características y/o enfermedades no es del todo directa. Ni siquiera concreto. Cada vez es más evidente que las interacciones entre los genes, los procesos de control génico y la propia estructura física del genoma (el conjunto de componentes que forman el material genético) influyen sobre las características complejas. Algunos investigadores han llegado a proponer que ciertos rasgos omnigénicos son causados, de una u otra manera, por la práctica totalidad del genoma. Esto nos obliga, inevitablemente, a conocer en profundidad todos los componentes del genoma y a comprender todas las interacciones posibles (entre genes, físicas y con el medio) para predecir nada a partir del material genético. Y todavía estamos muy lejos de ese escenario.
Por lo tanto, podríamos decir que estamos lejos de las distopías basadas en vivir bajo la dictadura de los genes. Pero hay indicios peligrosos. Por ejemplo, los kits genéticos de autoanálisis se están extendiendo cada vez más. Parecen pequeñas inofensivas, pero ayudan a definir una idea equivocada, porque los genes marcan nuestro destino. Además de tomar con cuidado los resultados de estos kits, también habría que tomar con cuidado el concepto de los mismos. Al fin y al cabo, se relaciona con la idoneidad de las características genéticas antes mencionadas y con la sensación de que el destino de los genes es inevitable: somos el material genético que tenemos que delimitar.
Para superar estos posibles límites genéticos se suele recurrir a la manipulación genética en ciencia ficción. En realidad, la manipulación genética también es un tema que levanta polvo, parece que la imaginación va más rápido que la investigación. Las nuevas herramientas que se han ido obteniendo últimamente para la edición genómica han vuelto a poner de moda el tema. Quizás pronto tengamos otra distopía centrada en el tema. Pero si se trata de tecnologías basadas en la edición actual o de tecnologías basadas en la recombinación de los años 90, la preocupación es la misma: ¿hasta dónde puede llevarse la capacidad de cambiar el material genético? La imaginación puede construir infinidad de escenarios terroríficos, pero de momento estas tecnologías no han alcanzado lo previsto anteriormente. Como se ha mencionado anteriormente, la biología no es tan simple ni tan sencilla. A corto plazo, no parece que tengamos la capacidad de cambiar el material genético de cualquier manera. Por tanto, los monstruos resultantes de la manipulación genética están limitados al ámbito de la imaginación. De momento.
En cualquier caso, a pesar de las limitaciones, la genética seguirá avanzando: comprenderemos mejor el funcionamiento de los genomas y mejoraremos la capacidad de realizar cambios genéticos. Se realizarán descubrimientos que permitan representar nuevas distopías. Por tanto, el debate sobre los límites de estas informaciones, capacidades y descubrimientos deberá superar el mundo científico y extenderse a toda la sociedad, como las ondas expansivas. Es posible que el desarrollo de este tipo de tecnologías esté en manos de expertos, pero es responsabilidad de todos determinar sus usos y limitaciones para, en lugar de terminar en una distopía genética, imaginar una utopía genética.
Bibliografía
Trabajo presentado a los premios CAF-Elhuyar.
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