Sobre la teoría de la evolución
2008/05/10 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
No es un chiste, sino un claro ejemplo de tendencia. En Estados Unidos cada vez tiene más fuerza el pensamiento contrario a la teoría de la evolución, y, cómo no, en Europa también se está expandiendo. Pero los científicos e no ceden y siguen trabajando para responder con pruebas y evidencias a los seguidores de J ainkoa y Biblia.
Por ejemplo, uno de los argumentos que utilizan los creyentes contra la teoría de la evolución es precisamente eso: sólo una teoría del a. Según ellos, las teorías son cosas que no tienen una base sólida. Sin embargo, para los científicos, la idea de evolución no es una opinión o una hipótesis, es una teoría. Además de la teoría, es un hecho, un hecho.
La gravedad es también una teoría y un hecho. Los hechos son datos del entorno, mientras que las teorías son estructuras que explican e interpretan los hechos. Incluso cuando se anulan las teorías, los hechos no cambian. En teoría de la gravedad, lo trabajado por Einstein formó parte de Newton, pero sin embargo, la manzana cayó al suelo como antes. Eso es un hecho.
Los hechos no son, sin embargo, innegables. Los científicos no niegan la posibilidad de que un día la manzana no caiga al suelo sino que pueda ascender. Pero, según la teoría, prevén que se caiga al suelo y, por el momento, así sucede.
Y es que las teorías no son sólo especulaciones. En ciencia, para ser teoría, las ideas deben estar basadas en evidencias, desarrollarse con razonamientos claros, experimentarse con rigor e independencia y ser útiles para hacer previsiones.
Así, los científicos disponen de numerosas evidencias directas de la evolución que han sido observadas y probadas tanto en la naturaleza como en el laboratorio. Por ejemplo, han demostrado de muchas maneras que la mosca de fruta cambia de generación en generación a través de la selección artificial. En la naturaleza es conocido el caso de las pollas británicas.
Esta especie de pollos era blanquecina, por lo que las pollos no se destacaban cuando estaban colocadas en los troncos de los árboles circundantes, cuya superficie era clara. Sin embargo, cuando se desarrolló la industria, el humo que salía de las chimeneas oscureció los troncos y los depredadores veían con facilidad los sits blancos. Pero al azar también nacía algún sits oscuro. Antes, cuando los troncos eran luces, los sits mutantes no tenían muchas posibilidades de perdurar, sino que en aquella época eran invisibles a los depredadores, por lo que se multiplicaron más que los blancos. Con el tiempo todos los sits eran negros.
Los creacionistas o quienes niegan la evolución verán la mano de Dios detrás de este cambio, pero los científicos no necesitan de Dios para explicar lo que pasó. No es un milagro, sino un claro ejemplo de que la teoría de la evolución es cierta.
Fósiles y ADN
Otros cambios no son directamente observables, ya que el tiempo en el que se producen estos cambios es demasiado elevado. Deben deducirse de los datos existentes, como ocurre en muchos otros campos de la ciencia, como la geología, la cosmología o la historia humana. Y para explicar la evolución, los fósiles tienen un valor enorme. De hecho, el registro fósil permite observar que en determinados momentos se han creado nuevas especies, mientras que los cambios conservan estructuras de especies anteriores.
Por ejemplo, en la evolución humana, desde el hombre antiguo Australopithecus afarensis hasta la especie actual Homo sapiens, se observa una evolución en el registro fósil. En esta evolución hay huecos y saltos, pero es evidente que con el tiempo las características van cambiando, de simio a estiércol a personas de hoy en día: actitud cada vez más erguida, brazos más cortos, calavera más grandes, cejas y mandíbulas más pequeñas...
Un argumento que utilizan los contrarios a la evolución tiene que ver con ello. Preguntan: si el hombre viene del mono, ¿por qué todavía hoy hay monos? Sin embargo, la creación de nuevas especies no supone necesariamente la pérdida de las anteriores, sólo se pierden si no son capaces de adaptarse al entorno. Además, los científicos no dicen que el hombre provenga del mono, sino que tienen el mismo antepasado.
Además de en las capas terrestres, los científicos han encontrado una evidencia evolutiva en el corazón de las células. De hecho, todos los seres vivos están basados en el ADN; una bacteria, la levadura más simple, el gusano arrastrado en el suelo, el girasol, un chicharro y una persona tienen el mismo código genético. De ahí se deduce que todos los seres vivos tienen el mismo origen.
Sin embargo, a diferencia de los creyentes, los científicos todavía no tienen todas las respuestas. No cuestionan la propia evolución, pero aún no tienen claro cómo se produce, por lo que siguen investigando los mecanismos y procesos de la evolución. Buscando respuestas.
Publicado en Gara
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