Calendario gregoriano
1986/10/01 Arregi Bengoa, Jesus Iturria: Elhuyar aldizkaria
En el número anterior analizamos las bases para entender la organización del calendario que utilizamos actualmente. Como decíamos, el día soleado y el año trópico –365 días 5 horas 48 minutos y 47,5 segundos– son los días en los que debemos realizar esta organización. Pero el desarrollo de este último concepto y la medición de su valor no son problemas fáciles, ya que requiere el conocimiento del movimiento de precesión de la Tierra. Por ello, las civilizaciones antiguas usaban calendarios lunares, es decir, basados en el ciclo de las fases de la Luna, un ciclo relativamente fácil de medir.
En la actualidad tenemos aún un ejemplo extendido de calendarios como el de los musulmanes. La unidad central de este calendario es el mes y su duración se asocia lo mejor posible al periodo de las fases de la Luna. Dado que este periodo es de l29,530 días y en estos calendarios el año también tiene 12 meses, la duración del año debe ser la que más se aproxima a los 354,367 días. Teniendo en cuenta esto, y dado que el mes debe ser todo el número de días, el año se organiza rotando entre los meses de 30 y 29 días, siendo éste de 354 días.
Como el final del año se adelanta 0,37 días, se realiza un ciclo de 30 años, once de los cuales el último mes pasa de 29 a 30 días. Así, la duración media de cada año al cumplir el período de 30 años
es diaria, muy similar al valor que necesita.
Pero volvamos al problema de los calendarios eguzkitianos. Ante las dificultades que hemos mencionado anteriormente, el primer calendario soleado aceptable para Julius Caesar. Fue el que publicó en el año 46. (Hay que tener en cuenta que esta fecha viene dada por el origen que utilizamos actualmente para los años, cuando el origen de Roma era 708). Este nuevo calendario, que suele denominarse Julio, se basaba en el calendario romano anterior y éste último en el antiguo egipcio.
Vamos a analizar las peculiaridades del calendario juliano. El principal problema de los calendarios de Eguzkiti radica en conseguir una relación entre los días y el año trópico, ya que su duración no es de días completos. Teniendo en cuenta los datos horarios de la duración del año (365,5 días), cuando Caesar implantó la reforma creó un ciclo de 4 años, tres de 365 días y el cuarto de 366 días para tener en cuenta las horas perdidas en anteriores ocasiones.
Además, al año en el que se decretó la reforma se añadieron 90 días para corregir el desfase con respecto a las estaciones, es decir, el comienzo de la primavera, de nuevo, coincidiendo con el 21 de marzo. (Esta última medida no es por supuesto una exigencia astronómica, pero quisieron mantener la fecha anterior). Más tarde, a este año de 455 días se le denominó año de confusión, pero a partir de entonces este calendario fue el XVI. La reforma que se llevó a cabo en el siglo XIX se utilizó hasta que se decretó y en algunos lugares hasta mucho más tarde.
El calendario juliano no necesitaría más reformas si la duración del año trópico fuera de 365,25 días, pero sabemos que es 11 minutos y 12,5 segundos menos. El paso de los años conllevaba la acumulación de estas diferencias y el avance de la primavera acababa siendo evidente. Celebración del Concilio de Nicea (d.C. En el 335), dado que el adelanto era de 3 días, se procedió nuevamente a corregir la fecha, pero generaba un retraso sin corregir el error. Como hemos dicho antes, el XVI. El error fue descartado en el siglo XII. El Papa, a través de su equipo, lo completó.
En aquella época el equinoccio de primavera era adelantado durante 10 días. Este retraso no suponía un problema importante desde el punto de vista de la vida normal. El motivo principal de la reforma fue el religioso, celebración del Domingo de Resurrección. En el Concilio de Nica, antes mencionado, el Renacimiento estaba relacionado con un fenómeno astronómico; se decidió celebrarlo en una fecha cambiante, concretamente el domingo siguiente al primer mes del equinoccio de primavera. Por lo tanto, debido al avance de la equinoculación, el Día de Nochebuena habría de celebrarse finalmente en verano. Gregorio XIII ordenó la reorganización del calendario para escapar de este desfase.
Concluidas las obras por la comisión de reorganización, el Papa decretó la reforma el 24 de febrero de 1582, mediante la bulda Inter gravissimas. Para que el comienzo de la primavera coincidiera con el 21 de marzo, se tomó una medida similar a la adoptada en el Concilio de Nica, año en el que la fecha del calendario se adelantó diez días, pasando del jueves 4 de octubre al viernes 15 de octubre.
El resto de medidas adelantaba 11 minutos respecto al calendario, etc. pensados para corregirlo. El calendario juliano se desfasaba tres días respecto al Sol en 400 años. Por ello se decidió que cada 400 años se incluyeran tres años de visados ordinarios. Se decidió eliminar los siguientes visados a eliminar de los años en los que los tejidos son múltiples: los números formados por las dos primeras cifras que no son el múltiple de la plana. Por lo tanto, tejidos múltiples a partir del año de la reforma, 1600, 1700, 1800, 1900, 2000, etc. y 1600, 2000, 2400, etc. sólo son visados.
Calculemos ahora la diferencia entre el año del calendario gregoriano y el año trópico. Tras la última reforma se eliminaron 3 de los 100 años visados que deberían estar en 400 años, es decir, en 400 tenemos 97 visados, por lo que la duración media del año
es de día. Dicho de otro modo, 365 días 5 horas 49 minutos y 12 segundos. En consecuencia, la diferencia sólo es de 24,5 segundos. La figura 1 compara los desplazamientos del equinoccio de primavera que dan lugar a calendarios julianos y gregorianos. Como se ve, el gregoriano es mucho más preciso, pero esta precisión no es tan buena como pensaban los autores de la reforma. XVI. Los astrónomos del siglo XX no tuvieron en cuenta (porque entonces no conocían ese efecto) que el año trópico va acortando su duración, aumentando poco a poco el avance de la equinoculación.
La reforma del calendario no fue aprobada inmediatamente en todas las naciones. Sólo lo aceptaron quienes inicialmente tenían muy buenas relaciones con la Iglesia, a pesar de que en pocos años se aprobara el resto de los Pueblos católicos. Sin embargo, las protestas de la gente también fueron numerosas en estos Pueblos, y sobre todo el salto de los diez días, que se consideraron como una devastación del poder. En los países protestantes, el nuevo calendario fue aprobado con estudios anuales y centenarios. En Inglaterra y sus colonias americanas, por ejemplo, se decretó en 1752. En Grecia, por su parte, hasta 1923 se utilizó el calendario juliano y aunque este año se estableció el gregoriano, en 1935 se crearon grandes disturbios por parte de quienes no quisieron aceptar.
Por último, hay que señalar que se han realizado numerosos estudios y propuestas para sustituir el calendario gregoriano por otro, con el fin de lograr un sistema más racional para siempre y, por tanto, un sistema que no se debe calcular anualmente. Por lo tanto, sería interesante que una fecha del año fuera siempre el mismo día de la semana y que el Día Social y otras fiestas móviles fueran fijas. Pero las sesiones anteriores no han tenido éxito.
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