Lo que no dijeron
2009/12/12 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
Quizás por prudencia hayan callado este tema. Quizá temían equivocarse, recordando el error cometido por el responsable de salud de Estados Unidos en la época en la que descubrieron el sida: un año después del aislamiento del virus, en 1984, anunció que en dos años la vacuna del sida iba a estar en fase de prueba. Desgraciadamente no acertó.
Todavía no hay vacuna. Hay algo que decir, sin embargo, porque a principios de otoño los medios de comunicación difundieron una noticia casi desfavorable o, al menos, esperanzadora. De hecho, según el ejército estadounidense y el ministerio de salud de Tailandia, la vacuna que se estaba probando tuvo éxito. Reducía el riesgo de infección por SIDA en un 31%. No era tan bueno como para que la vacuna se comercializara tal cual, pero sí lo mejor que se había conseguido hasta ahora. Iban por el buen camino.
Comenzó a probarse en 2003 y se encontraba en la última fase antes de su lanzamiento (III. Fase). La vacuna es una combinación de las dos vacunas existentes que contiene los genes del VIH y una proteína de piel. 16.400 voluntarios tailandeses lo probaron; la mitad tomaron un placebo y la otra mitad, la vacuna. Posteriormente, en ambos grupos se midieron el número de personas infectadas y el número de virus en sangre que contenían los infectados. A la vista de todos estos resultados se concluyó que la vacuna era "exitosa", aunque sólo la protegía en parte.
Un mes después se presentaron todos los datos del experimento en un congreso sobre sida en París. El jefe de la investigación, Reks-Ngarm, del Ministerio de Sanidad de Tailandia, afirmó que su investigación era "un hito en la investigación de las vacunas contra el sida" y los científicos allí presentes la aplaudieron.
De aplausos a críticas
Posteriormente, los aplausos se convirtieron en crítica. De hecho, tuvieron la oportunidad de analizar bien los resultados y comprobaron que los datos recogidos en el experimento fueron analizados de tres maneras. Y el 31% apoyaba que el resultado era el mejor de los tres, mientras que los otros dos no alcanzaban el 26%. Por tanto, los datos no eran significativos, no eran apreciables.
En términos cuantitativos se aprecia más claramente que en porcentaje la pequeña diferencia entre quienes se vacunaron y quienes no lo hicieron: De estos 11.600 voluntarios, en el grupo de los que estaban integrados, sólo se contaminaron 51. Y 74 para los que sustituyeron a la vacuna por placebo. Es decir, había una diferencia de 23 personas.
Según algunos investigadores, el resultado también era decepcionante en cuanto al número de virus que tenían en la sangre. Existen vacunas que, aunque no protegen totalmente de la infección, evitan la proliferación del virus, evitando así el desarrollo de síntomas. Pero esa vacuna tampoco la logró.
Es decir, los resultados reales estaban muy lejos de los inicialmente anunciados. Las críticas no tuvieron tanta repercusión en los medios como la previsión de septiembre, y desde entonces apenas se ha oído hablar de la vacuna.
Sin embargo, los investigadores siguen trabajando. En aquel experimento se gastaron 119 millones de dólares, que en los próximos años se destinarán aún más a la vacunación. Sin embargo, existen otras propuestas: utilizando un modelo matemático, en la Universidad canadiense de Ottawa se ha llegado a la conclusión de que con 65 millones de dólares en 5 años se conseguiría detener la peste. También han detallado en qué se debería gastar: retrovirales, campañas educativas y condones dirigidos a todo el mundo. ¿Será alguien quien sostenga el enredo?
Publicado en Gara
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