Sin espacios para Nasa
1994/05/01 Wade, Nicholas Iturria: Elhuyar aldizkaria
Mars Observer Martitz estaba diseñado para cartografiar a nuestro vecino. La NASA gastó mil millones de dólares en su elaboración, pero no ha conseguido hacerlo sin errores. En agosto del año pasado, cuando se acercaba a su objetivo, la comunicación se interrumpió y la interminable cadena de postales de Martitz tampoco tuvo comienzo.
Este y otros errores no podían venir en peor época para la exploración del espacio y sus protectores. Ya no es necesario ganar la URSS en la Luna o en Marte. La NASA no puede decir que provea a la industria de la tecnología más puntera, ya que la ha superado hace tiempo en materiales y ordenadores.
Visto el rendimiento de los últimos años, ¿no habría que quitar a la NASA su presupuesto de 15 mil millones de dólares y destinar esa cantidad a otras tareas?
Imagina por un momento que no hay NASA, que en los torpes barcos manejados por el hombre no se ha realizado ninguna inversión. ¿Necesitaríamos una exploración espacial? ¿Qué argumentos se pueden utilizar para poner en marcha una nueva agencia espacial civil?
Uno es que ahí fuera hay mucho que descubrir. El Sistema Solar está lleno de maravillas que acabamos de descubrir, desde la burbuja azul de Neptuno que flota en los límites de la Luz Solar, en los claroscuros, hasta los once satélites de los anillos de Saturno.
Además de los descubrimientos, otra de las razones es la oportunidad de la seguridad. ¿No son dos planetas mejor que uno? Quizás Martitz sea el lugar más accesible del Sistema Solar.
Por otro lado, no cabe duda de que la humanidad superará los límites de la Tierra. ¿Por qué no empezar lo antes posible?
Sin embargo, la profundización en el conocimiento científico puede ser la razón más sólida para explorar el espacio. Se acepta socialmente que la investigación que no tiene consecuencias prácticas esté entre las obligaciones de los gobiernos, porque a veces tiene beneficios imprevistos.
La exploración de los planetas no es barata, pero si la erradicación del crimen y la pobreza fuera una condición previa para hacer algo menos prioritario, el gobierno no ayudaría a la ópera, la protección del medio ambiente o la caza de quarks. El proyecto Apolo de Ilarginación Humana tuvo un gran éxito, con un coste de casi 25 mil millones de dólares. Si esa cantidad se hubiera utilizado en programas sociales (donde el dinero a menudo es mínimo), su impacto habría desaparecido hace tiempo.
El problema es otro. En lugar de utilizar 15 mil millones de dólares al año, con tan sólo 5 mil millones, se puede organizar un programa espacial de primer orden. Para ello hay que dejar a la gente en la Tierra y enviar al espacio barcos guiados por ordenador. Garantizar la seguridad humana come parte del león en el presupuesto de la NASA. Aunque los seres humanos vivirán alguna vez fuera de la Tierra, no hay un programa lógico que diga que hay que hacerlo tan rápido.
En Los Alamos y Livermo, dos de los mejores conjuntos de físicos e ingenieros del mundo buscan en la actualidad un desafío intelectual debido a que el diseño de las armas nucleares ha alcanzado su punto álgido. Dejemos que estos dos laboratorios compitan por construir espacios en la misma pasión que los primeros cabezales nucleares. Sus científicos desafiarían el reto y su habilidad crearía máquinas de alto nivel para explorar los misterios del otro lado de la Tierra. Gestión de residuos Traducido y adaptado por Inaki Irazabalbeitia del New York Times Magazine.
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