Costa Vasca (IX): Vida en los acantilados
1995/12/01 Estonba Mintxero, Mikel Iturria: Elhuyar aldizkaria
A lo largo de millones de años, en estos sorprendentes parajes tallados por agentes erosivos, muchos seres vivos han adquirido las adaptaciones biológicas adecuadas para hacer frente a sus condiciones de vida. Todo ello ha dado lugar a ecosistemas de gran diversidad y originalidad. En él aparecen dos factores principales que afectan directamente a los seres vivos, uno de ellos es la geomorfología costera y otro la cercanía al mar. En distancias cortas la influencia de ambos factores se altera notablemente, por lo que en pocos metros aparecen dos ecosistemas distintos: el intermareal y el de los acantilados. Estas son las que vamos a analizar a continuación.
Ecosistema mareal litoral
En más de una ocasión se ha dicho que la línea de costa retrocede debido a la erosión. En las bajamares del mar, se descubre el rebaño conocido como plataforma de abrasión del acantilado. En él se desarrolla un ecosistema singular con condiciones variables impuestas por las mareas marinas.
En estos ecosistemas los factores físicos son muy variables. Mientras que en marea alta la temperatura, la salinidad y el oxígeno permanecen estables, en bajamar la situación es completamente diferente. La falta de agua en el ecosistema en bajamar impone condiciones duras a los seres vivos, pero no es el único obstáculo. Y es que cuando el tiempo es soleado, la temperatura y la salinidad de los pozos suben mucho, mientras que el tiempo lluvioso puede provocar el efecto contrario.
Todos estos factores, así como la luminosidad, el viento, la fuerza del oleaje, etc., impone condiciones extremas de vida a los seres vivos. Para combatirlos, a lo largo de la evolución han desarrollado adaptaciones específicas que hacen que el valor ecológico de estos ecosistemas sea muy importante.
Sin embargo, no todos los factores mencionados afectan de la misma manera a toda la plataforma. La zona más cercana al nivel de la pleamar sólo da inundada durante unas horas, pero la más cercana al nivel de la bajamar pasa casi todo el día bajo el agua. Este fenómeno produce gradientes biológicos y en función de ellos se estructuran los seres vivos de los ecosistemas. Así, los más sostenibles para poder vivir sin agua viven en la parte superior de la plataforma y los menos sostenibles en la parte inferior.
Vegetación
Debido a las condiciones de vida que hemos mencionado, en este ecosistema las algas son las representantes del reino vegetal y podemos afirmar que son claros exponentes de los gradientes que hemos definido anteriormente.
En la parte superior de la plataforma, es decir, en la que el agua cubre por corto tiempo, predominan las algas verdes. Entre ellas, las más abundantes son la hierba de anguila (Enteromorpha minima) y la urraza marina (Ulva lactuca), bastante conocidas por su deslizamiento. A pesar de su predominio, no son únicos y, aunque en menor cantidad, existen otras especies de algas verdes: Codium tomentosum, etc.
Más abajo, en zonas donde el agua hace más visible la filtración de los rayos solares, además de la clorofila en los tejidos, se encuentran algas pardas y rojas que contienen numerosos pigmentos denominados carotenos y xantofilas.
A pesar de que la influencia de los gradientes es más difícil de detectar, la distribución de estos dos grupos de algas es diferente: si nos fijamos en ellos, veremos que los machos viven más arriba que los rojos. En cuanto a las algas pardas, en el País Vasco son destacables las siguientes especies: Cystoseira tamaristifolia, de color irisado bajo el agua, Bifurcaria rotunda, de aspecto tubular y ramificación dicotómica, y Fucus espiralis, de aspecto cintas y ramificación dicotómica, que en sus extremos alberga cuerpos repletos de gruesos y Fuatus parecidos.
Sin duda, el grupo de algas que presenta un mayor grado de diversidad es el alga más rojiza. Este grupo de algas aparece en la parte inferior y en los pozos abandonados por las mareas, recogiendo en la costa del País Vasco numerosas especies de diferente forma y estructura. Entre ellas, merecen especial mención las algas incrustantes que presentan aspecto pétreo por la presencia de carbonato cálcico en los tejidos, que a menudo cubren un gran ancho de sustrato. Entre las algas incrustantes, las más conocidas en nuestra costa son las del género Lythophyllum, Lithothamium y Corallina.
No hay que olvidar el Gelidium sesquipedale o Ceramium rubrum que últimamente se está explotando en nuestras costas.
Animales
Los animales son más escasos que las algas en estos ecosistemas, lo que dificulta el reconocimiento de los gradientes. En cualquier caso, una observación concreta podría resolver fácilmente este problema.
En cuanto nos acercamos a la parte superior de la plataforma, descubriremos que las rocas están llenas de pequeños animales de color claro y con una concha dura. Son bellotas de mar (Chtamalus sp. y Balanus sp. ), crustáceos capaces de vivir largamente fuera del agua.
Junto a ellas, lapas del filum de moluscos (Patella sp.) aparecen con frecuencia, gracias a sus fuertes pies musculares se pegan fuertemente a las rocas para evitar que las olas las lleven.
En la parte superior también es muy común ver el cangrejo verde (Carcinus maenas) y el cangrejo negro (Pachygrapsus marmoratus) que se desplazan muy rápido por las rocas. Se alimentan de algas y al igual que las bellotas de mar, son capaces de vivir fuera del agua.
Por debajo, al tener que permanecer menos tiempo sin agua en bajamar, la presencia de animales es mayor y la mayor diversidad animal se da en las charcas abandonadas por las mareas. Son aquarium naturales y albergan a representantes de numerosos filums.
Entre los animales del ecosistema mareal hay que mencionar también las aves que utilizan recursos autóctonos en épocas de migración. Entre los que tienen presencia durante todo el año, destacan la Gaviota Patiamarilla (Larus cachinnans), la Gaviota Reidora (L. ridibundus) y la Gaviota Sombría (L. fuscus), que capturan cangrejos para completar su dieta. Entre los migrantes, el conservador de piedras (Arenaria intérprete) que se alimenta principalmente de pequeños crustáceos y moluscos, el carrete oscuro (Calidris marina), el zarapito ceja (Numenius phaeopus), el aguijón (Tringa hypoleucos) o los cormoranes (Phalacorax sp.) Cabe destacar.
Ecosistema acantilado
Sobre la plataforma de abrasión, por encima del nivel de la pleamar, se encuentran los acantilados que aún no han caído por efecto del cajón. En él, al igual que el ecosistema intermareal, encontramos un ecosistema de acantilados que establece unas condiciones de vida exigentes.
Como se ha comentado anteriormente, el factor que más directamente afecta a los seres vivos en el ecosistema intermareal es la marea, pero en los acantilados hay otros factores que hay que tener en cuenta. Entre ellos, merece la pena destacar:
- Debido a la acción del cajón, la erosión es muy elevada y la formación del suelo es nula.
- La salpicadura de agua con alta salinidad genera problemas de ósmosis para los seres vivos y especialmente para las plantas. Además, contribuye a una mayor reducción del suelo escaso.
- Debido al fuerte viento, las plantas de gran altura no pueden crecer y la sequedad es elevada, ya que el viento y el sol aumentan la transpiración de las plantas.
Todos estos factores hacen que la vida en estos ecosistemas sea escasa. Al mismo tiempo, algunos animales y plantas han conseguido adaptaciones que les son útiles para mantenerse en el ecosistema, lo que aporta una gran originalidad.
Sin embargo, la influencia de estos factores no es la misma en todo el acantilado. En la zona más cercana al mar, las fuertes pendientes y la influencia del mar son las condiciones de vida y a medida que se aleja del mar, la influencia de estos factores disminuye y el viento adquiere mayor protagonismo.
Según esto, en los acantilados se pueden distinguir tres grandes diferencias:
- El acantilado rocoso más cercano al mar,
- acantilado de menor pendiente con numerosos taludes y cornisas y
- parte superior de los acantilados.
Vegetación de acantilados
Debido a los factores antes mencionados, la escasa vegetación de acantilados rocosos es de gran valor ecológico debido a las duras condiciones de vida y a las originales adaptaciones que se han dado a lo largo de la evolución.
En la primera zona, es decir, en las ranuras y grietas que salpican las olas durante las pleamares y agitan fuertemente los cajones en los días de tormenta, se encuentran especies adaptadas a la acción de la salinidad y a la falta de suelo, entre las que se encuentran el hinojo marino (Crithmum maritimum) y la planta marina (Plantago maritima), la repoblación de Asplenium maritimplantitum maritimplantitum.
A medida que asciende, la pendiente y la influencia del mar se suavizan. La presencia de plantas aumenta, ya que el aumento del suelo facilita su presencia. En estas zonas predomina la hierba pruinosa Festuca rubra y, entre otros, en taludes y cornisas, encontramos otras especies como San Juan Lorea (Leucanthemum crassifolium), zanahoria marina (Daucus gummifer), betibicón amarillo (Helichrysum stolloechas), especie herácea vasca (Labelímara). En esta zona, el Taray francés (Tamarix gallica) también aparece arbusto y es la única planta de gran porte que habita en estas duras condiciones. Todos ellos constituyen la asociación Leucanthemo crassifoli-Festucetum pruinosae.
Cuando en la parte superior desaparece la pendiente, el efecto de la cresal es mucho menor, pero hay que tenerlo en cuenta. Sin embargo, el viento es el que establece las condiciones de vida, por lo que la vegetación que aparece en esta zona se conoce como “aerohalino” (aero=viento y halino = salinidad). Todas estas plantas se caracterizan por la formación de comunidades arbustivas de sustitución adaptadas a las condiciones de vida que impone el viento y la salinidad del medio.
Entre las adaptaciones destacan el aspecto almohadillado de las plantas para resistir la fuerza del viento y poder mantenerse en pie, así como el entramado de hojas y ramas. Entre las plantas que componen estas comunidades destacan el otea (Ulex europaeus y U. cantabricus), la cesta común (Genista hispanica) y la anguila burusoila (Erica vagans). A menudo, entre ellos y sobre ellos aparecen el endalaharra (Smilax aspera), el otxar silvestre (Rubia peregrina), la hiedra común (Hedera helix) y el cordero (Rosa sempervirens). Todos ellos conforman la asociación Daboecio-Ulicetum galii genistetosum.
Entre las plantas de mayor porte destacan los alcorques (Rhamnus aalternus) y el madroño (Arbutus unedo) que se pueden observar en la parte superior de nuestros acantilados. Entre las hierbas, la hierba de lastón (Brachipodium pinnatum) es la más extendida.
Animales de acantilados
Como ya se ha comentado más de una vez, este ecosistema impone unas condiciones de vida muy duras a las plantas, pero más aún a los animales. Por ello, son pocos los animales que habitan en los acantilados y la mayoría viven en la parte alta del acantilado.
No obstante, la dificultad de acceso a estos ecosistemas hace que sea un lugar idóneo para la nidificación de algunas especies de aves, ya que en algunos casos este ecosistema es apropiado para proteger a la cría de predadores.
Entre las especies de aves que nidifican en los acantilados del País Vasco destacan el rodete (Corvus corax), el halcón rojo (Falco tinnunculus), el halcón peregrino (Falco peregrinus), el arcillón oscuro (Phoenicurus ochruros), el petirón (Troglodytes troglodayo lodytes), el halaise), el hallariche, el halicchino, el halicluso, el halicluso, el halicluso, el halicluso, el halicichicluso, el halicluso, el halicluso, el halicichicluso (haliclayas).
Mención especial merece el pequeño Paíño (Hydrobates pelagicus). Este ave pelágica se alimenta de plactonas de día en el mar y regresa a la costa de noche. Suele construir su nido en islas y rocas. Hace unos años no teníamos datos fiables sobre la presencia de este ave en la costa vasca. Sin embargo, gracias al trabajo realizado por el biólogo Eduardo Minguez, podemos afirmar que en la mayoría de las islas y rocas de nuestra costa nidifica el paíño del paíño.
Además de las especies que nidifican en los acantilados, aparecen las especies vikuistas (que no habitan en los acantilados pero que explotan los recursos que ofrecen estas zonas). Estos se encuentran en la parte superior de los acantilados. Entre ellos se pueden citar el pájaro rocoso (Tichodroma muraria), el petirrojo (Erithacus rubecula), el mirlo (Turdus merula), el carbonero común (Parus major), el pájaro mosca gris (Musciivalcapa striata), el jarrón negro (Saxicola), la chatesa,
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