Por el debate
2013/10/18 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
En la columna de la semana pasada, el investigador Izortze Santin habló sobre los estudios genéticos. En concreto, escribió sobre genes relacionados con el cáncer de mama. Explicó la importancia del conocimiento de estos genes en el diagnóstico y tratamiento, así como los beneficios que ofrece la medicina personalizada. Al final, sin embargo, también mostró su preocupación por el peligro de que la medicina personalizada esté sólo en manos de unos pocos.
Y es que, al igual que ocurre en otros ámbitos, en la ciencia son pocas las cosas totalmente blancas o absolutamente negras, y mucho menos los usos o aplicaciones. La energía, la biotecnología, la astronomía, la informática, la neurología, la robótica, la farmacología, la climatología… son ámbitos en los que se encendieron los debates y la genética no es una excepción. Incluso parece que es uno de los ámbitos que más debate genera o socializa, teniendo en cuenta su presencia en los medios de comunicación.
Por ejemplo, una patente que han presentado recientemente en Estados Unidos ha provocado una gran revuelta en estos días: una compañía ha patentado un método de fecundación que permite a sus padres crear hijos que posean las características físicas deseadas.
Haciendo referencia a los 23 pares de cromosomas de nuestra especie, la compañía se llama 23andMe, y su intención es ayudar a los que quieren ser padres a ser niños “buenos”. En la actualidad se realiza un diagnóstico genético previo a su implantación en el útero en aquellos casos en los que existe riesgo de transmisión hereditaria de alguna enfermedad. El estudio genético se realiza cuando el embrión sólo tiene 6-8 células para garantizar que no es portador de la enfermedad.
El método que ofrece 23andM es mucho más amplio que este. Desde la compañía se ha indicado que pueden ayudar a una persona a elegir a su pareja “genéticamente adecuada” o a una pareja a ser un niño sano que por sí mismo tiene un bajo riesgo de padecer determinadas enfermedades. Pero va más allá: aunque su objetivo no es crear “niños de diseño”, los padres han anunciado que podrán conocer el color del pelo o del ojo del niño. Puede ser “divertido”.
Pero a los que se oponen no les parece nada divertido. Temen que con el método se genere la competencia por ser el niño más bonito y claro, y que aumente la distancia entre los éxitos y los excluidos del nacimiento. En cualquier caso, al hilo del debate, un experto de la Universidad de Stanford, Jacob Sherkow, ha recordado en el diario The Wall Street Journal que la fecundación artificial se consideraba inicialmente rechazable y se ha convertido en algo “habitual y aburrido”.
Es decir, que si se abre el foco, el debate no es tan nuevo. Pero ser antiguo no significa que se haya alcanzado el consenso. Prueba de ello es la encuesta realizada por la revista científica Nature, en la que se han clasificado cuatro temas considerados como tabúes en los estudios genéticos en función de la fuerza del tabaco y se ha solicitado su opinión al público. Los temas son: raza, inteligencia, violencia y sexualidad. “¿Deberían los investigadores renunciar a investigar estos temas?”, han preguntado. Según los de Nature, si estamos preocupados por el uso, debemos poner “líneas rojas” y generar un debate público abierto que garantice un uso responsable. Agradeceríamos que el debate se diera a otras áreas y
lugares.
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