Desarrollo asesino de pájaros
1999/10/17 Kortabarria Olabarria, Beñardo - Elhuyar Zientzia
Los ornitólogos no están nada satisfechos con los nuevos artefactos comunicativos. Las torres eléctricas, las torres de telecomunicaciones y los repetidores son mortales para millones de pájaros del mundo. Sin embargo, las muertes no se repiten a lo largo de todo el año. Para muchos pájaros la migración puede ser el último viaje de su vida. Durante las noches oscuras, en las que se recogen las nubes, se golpean los truenos y se explota la tormenta, muchos pájaros mezclan las luces de las torres de comunicación con la luz de la Luna. En este caso, muchos pájaros chocarán con las torres de comunicación y morirán como consecuencia del golpe, mientras que otros muchos girarán alrededor de la luz, totalmente perdidos, en peligro de encontrarse con los cables que sostienen las torres en pie. A pesar de escapar de este peligro, en el mejor de los casos, los pájaros caen al suelo y se quedan agotados.
En los países desarrollados este tipo de eventos no son raros, si es casi un siglo y se producen. En cualquier caso, el problema y los riesgos para los pájaros han aumentado en los últimos tiempos. La telefonía móvil es el culpable. De hecho, en los últimos años los sistemas de comunicaciones móviles han crecido y aumentado espectacularmente. Cada vez hay más gente con teléfono móvil y las torres con repetidor para que estos teléfonos móviles reciban la señal que se envía se han puesto por todas partes. Sin ellos, hoy en día sería imposible la comunicación. La tendencia futura, lejos de corregir el problema, empeorará, ya que los teléfonos móviles y las futuras televisiones digitales por satélite necesitan necesariamente torres y repetidores para poder funcionar.
Lo dicho anteriormente puede parecer una literatura, una cuestión soplada, pero hay datos que se pueden utilizar para contrastar y reforzar. Un grupo de ornitólogos de la organización estadounidense Cornell Laboratory of Ornithology ha realizado una investigación exhaustiva. Aunque la investigación realizada por los ornitólogos se limita a EEUU, puede ayudar a comprender cuál es el panorama del resto de países. El dato es que cada año, en Estados Unidos, 4 millones de pájaros mueren después de chocar con objetos construidos por el hombre. Si el dato se traslada al resto del mundo, sobre todo a los países desarrollados, los investigadores de Cornell Laboratory of Ornithology creen que el número de pájaros que mueren cada año al chocar con torres o repetidores puede superar los 100 millones.
Si el presente no puede empezar a cantar todas las mañanas, para los pájaros el futuro no es mejor, ya que por este tipo de picaduras los países desarrollados no van a dejar de lado los proyectos que ya tienen aprobados para el desarrollo. Por ejemplo, en la próxima década los estadounidenses pretenden construir mil megadorres, torres de más de 300 metros de longitud. Si las situaciones descritas más arriba se repiten a menudo, muchas de ellas se convertirán en trampas para los pájaros. Un sugestivo suceso del año pasado puede ayudar a comprender el alcance de las cantidades mencionadas anteriormente. La historia ha tenido lugar en el estado norteamericano de Kansas, el 22 de enero de 1998. El día se despertó frío, lleno de frío y nubes. Poco después comenzó la nieve. Los pájaros empezaron a buscar refugio y al ver la luz roja entre la niebla y los copos de nieve se llenaron de alegría. Unas horas el sol y el viento levantaron las nubes y la tormenta de nieve y las llevaron. El espectáculo era lamentable, los restos de 10.000 pájaros estaban en el suelo, cadáveres. La luz roja que les brindaba protección fue una gran trampa para los pájaros, que atacaron la enorme torre de televisión. Si en torno a una torre de televisión pueden morir 10.000 pájaros, en millones de estructuras metálicas repartidas por todo el mundo, ¿cuántos pueden morir? Quién sabe, pero poco.
La verdad es que nadie, ni siquiera los ornitólogos, sabe realmente cuántos pájaros mata cada año. Los de Cornell han lanzado 100 millones, pero es sólo una estimación, un dato sin grandes bases. Y es que en los pueblos pequeños, en los rincones ocultos, en los países menos desarrollados, en la montaña… no se controlan las matanzas que se producen entre los pájaros y los objetos construidos por el hombre. A menudo, incluso si se quiere controlar, para llegar a lugares aislados, los depredadores han hecho lo suyo y no aparecen cuerpos, sólo plumas.
Las investigaciones realizadas hasta el momento no dejan mucho margen de esperanza. Parece ser que cuando la migración y el mal tiempo coincidan, las masacres serán difíciles de evitar, ya que las luces de las estructuras seguirán siendo confusas. Sin embargo, hay una cierta disminución del problema y los biólogos lo están haciendo, aunque no les hacen demasiados casos. Los biólogos piden que se limite el número de torres y estructuras y que si se instalan se coordinen para que la explotación sea más eficiente y pueda ser utilizada por más usuarios. También se hacen otro tipo de recomendaciones, como la sustitución de las luminarias convencionales por otras luminarias que producen parpadeos rápidos que ahuyentan a los pájaros.
Si se tomaran las medidas mencionadas, el problema se atenuaría ya que las luces rojas y las señales de radio son capaces de dificultar el sistema de notación de los pájaros. Las señales de radio afectan especialmente a los pájaros, que pierden la habilidad de seguir las líneas del campo geomagnético terrestre. Estas medidas u otras, se trata de empezar a trabajar en la búsqueda de soluciones y, además, pronto, las canciones de los pájaros, los bailes de las golondrinas, etc., tendrán que entrar en el tesoro de los recuerdos.
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