El cerebro no gusta los quebraderos de cabeza
2001/12/16 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
La introducción del euro preocupa a mucha gente porque la capacidad de cálculo del ser humano es limitada. Nadie se librará de los cálculos y, si no se aprenden de memoria todas las conversiones, conviene que las neuronas se pongan a trabajar y se vayan formando. ¿Pero por qué lo calculamos tan mal? No es una pregunta sencilla, pero como no gusta a los científicos dejar colgando las preguntas, se han publicado algunas teorías.
Varios cálculos, varias consideraciones
Antes de empezar a hablar de los cálculos conviene definir de qué hablamos. Encontrar un camino, como sumar, aunque pertenezca a otra categoría, es el cálculo. El primer ejemplo se llama cálculo abstracto y el segundo cálculo numérico.
En informática, independientemente de que los símbolos sean numéricos o no, se definen como cálculo todas las operaciones realizadas con los símbolos. Poner las palabras de una lista en orden alfabético, distribuir las cartas rojas y negras del juego de cartas en dos empujones, reducir una imagen de tamaño… todos son cálculos y el ordenador hace todos en breve y sin errores. Para realizar este tipo de tareas, el ordenador codifica la información con los seguimientos de los números 0 y 1.
El cerebro del hombre también realiza operaciones, como por ejemplo la realización de un diálogo, la realización de una obra de arte, la creación de un cuento... Estas operaciones las ejecutan las neuronas intercambiando mensajes químicos. Probablemente, si nos fijamos más en detalle, el funcionamiento del cerebro está basado en cálculos básicos.
Empezando a comparar el cerebro con el ordenador, parece imprescindible comparar la potencia de uno y otro. El cerebro realiza entre 1013 y 1019 operaciones básicas por segundo. Aunque parezca mentira, hasta dentro de 30 años no habrá ordenadores con tanta potencia como el cerebro humano, es decir, un ordenador capaz de hacer tantos cálculos básicos. Pero el cerebro, a pesar de su enorme capacidad para hacer cálculos abstractos, es bastante pobre para hacer cálculos numéricos.
En consecuencia, se puede decir que existen dos "dispositivos" de tratamiento de la información. Por un lado, un cerebro biológico con compuestos básicos de gran potencia, pero bastante limitado para cálculos numéricos. Y, por otro lado, ordenadores que, aunque de menor potencia, son capaces de sumar en un instante, factorizar los números de cientos de cifras y clasificar miles de palabras.
La arquitectura es la clave
El cerebro humano es un "dispositivo" de cálculo con muchas especialidades. El ordenador se basa en un núcleo de cálculo universal. Además, para acelerar las operaciones repetitivas se incorporan sistemas marginales. Por el momento al cerebro humano no se le puede hacer, por lo que estamos obligados a vivir con tan poca capacidad de cálculo. Al realizar los cálculos sólo se activan algunas partes del cerebro, lo que demuestra la imposibilidad de realizar dos ejercicios paralelos.
La evolución de millones de años ha mejorado las capacidades del cerebro, pero la estructura estable del cerebro no deja esperanza de que se produzcan grandes cambios. Memorizar la agenda, comprobar de memoria las cuentas bancarias, encontrar un camino complicado y, ahora, repartir las pesetas o las libras en euros son algunas de las operaciones que nos delimita la estructura del cerebro.
La sociedad creada por el hombre es numérica e informacional y el cerebro sólo se adapta a las operaciones a realizar con mucho coste. La evolución ha ido por otras vías y ha creado mecanismos realmente complejos como el sistema visual. Pero no ha mejorado mucho la capacidad de cálculo del cerebro. Por tanto, estamos obligados a llenar de calculadoras y ordenadores la oficina, el hogar e incluso el saco.
El caso de los calculadores fascinantes
Es evidente que el cerebro tiene grandes dificultades para realizar bien los cálculos. Pero, sin embargo, los trucos son trucos, hay personas con gran capacidad de memorizar largos y complicados cálculos. En un estudio se han analizado los cerebros de una persona sin habilidades extras de cálculo y del gran calculador Rüdiger Gamm.
Como se ha visto, al hacer los cálculos largos y complicados sobre la cabeza, en la mayoría de las personas activamos algunas partes del hemisferio izquierdo del cerebro, que son las correspondientes a la memoria del trabajo. En estos lugares se almacenan respuestas de resultados intermedios, pero esta memoria tiene una capacidad muy baja y la nueva información elimina inmediatamente la antigua.
Por su parte, Rüdiger Gamm activa no sólo la memoria del trabajo, sino también la memoria episódica. Esta memoria dura más y gracias a ella, por ejemplo, nos acordamos de cosas que se hicieron la víspera o la misma mañana.
Los autores de la investigación consideran, por tanto, que más que estimadores hábiles son hombres de buena memoria. Alexander Aitken (1895-1967) XX. Uno de los calculadores más fascinantes del siglo XIX, por ejemplo, estudió de memoria los decimales 707 de | y descubrió que a partir de 528 estaban equivocados, aprendió nuevos decimales hasta 1.000. Aunque dicen que no tenía una capacidad de cálculo especial, ¡no tenía luego una memoria débil!
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