El hombre y el tenis juntos desde hace tiempo
2001/04/04 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
Los tenis son parásitos internos de los vertebrados, viven en el intestino cuando son adultos y normalmente se transmiten al ser humano mediante carne mal cocida. Los tenis son hermafroditas y su ciclo de vida es complejo. Para empezar, un gusano no nace y muere en el mismo hostal. Una tenia adulta puede residir definitivamente en el intestino del huésped durante 15 años, normalmente un mamífero, incluido el hombre, situado en lo alto de la cadena trófica. Los huevos puestos por el tenis son expulsados con heces y, junto a la hierba, terminan en el intestino de algún mamífero (cerdo, conejo...). Pero el parásito no llegará a la madurez, ya que este mamífero es un mero intermediario. Los huevos atraviesan las paredes intestinales del cerdo o del que procede, llegan a los músculos a través de la sangre y provocan un quiste muscular. El quiste continúa muscularmente hasta que un hostelero come el mediador. Entonces se convertirá en un gusano en su intestino.
Tan viejo como el hombre
Existen varias especies de tenis. Los más conocidos corresponden a los géneros Taenia, Dibothriocephalus y Echinococcus. Unos contaminan al hombre y a las vacas, otros al hombre y a los cerdos, otros a los perros y a los conejos, y también a los que se transmiten de los peces a los vertebrados. Se trata, por tanto, de una familia extensa.
El investigador estadounidense Eric Hobe, del Departamento de Agricultura, ha investigado la anatomía de varias especies de tenis y ha publicado una novedosa teoría sobre la evolución de las lombrices. En su opinión, los cerdos y las reses de las casas capturaron al parásito del hombre en tres etapas históricas y no al revés, como hasta ahora se pensaba. Es decir, los homínidos han tenido tenia desde hace mucho tiempo en sus intestinos y cuando domesticaron el ganado, hace unos 10.000 años, lo transmitieron a ellos.
¿Y quién transmitió el tenis a los homínidos? Los más cercanos a las lombrices de tenis que captura el ser humano son los que contaminan a los leones y hienas de África, que reciben a través de la carne de los antílopes. Es posible, por tanto, que nuestros antepasados también se hayan contaminado por la ingesta de antílopes o por excrementos de antílopes u otros animales. Es más, los homínidos antiguos no sólo eran depredadores, sino también presas, y quizá con ellas se levantaron los hiena y los antepasados de los leones.
A pesar de que no está claro quién transmitió el tenis, Hobe ha indicado que el árbol familiar del tenor nos puede enseñar lo que comían los antepasados del hombre, y que nos puede dar pistas sobre dónde y cuándo empezaron a comer carne. De hecho, se cree que los homínidos empezaron a comer carne hace unos 2 millones de años, coincidiendo con la aparición del género Homo. Pero eso tampoco está claro.
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