Más fuerte no es más eficaz
2000/04/08 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
En la actualidad, la quimioterapia es el método más habitual y efectivo para tratar el cáncer. Pero la quimioterapia no es un medicamento selectivo, no sólo destruye células malignas. La quimioterapia ataca todas las células y tejidos del cuerpo y elimina las células sanas y totalmente necesarias. Por ejemplo, el sistema inmunológico suele ser dañado en estos casos. Por ello, no se puede administrar a los pacientes cualquier dosis: se les debe aplicar una quimioterapia suficiente para matar células cancerígenas, pero sin destruir completamente otras células.
Aquí cobra especial importancia la médula ósea, fuente de todas las células de la sangre. En la médula ósea hay células llamadas células madre, origen de los linfocitos de la sangre, glóbulos rojos, plaquetas, etc. Las células madre renuevan constantemente a los habitantes de la sangre, a los que tienen mucho que decir en nuestra salud. Sin embargo, la quimioterapia muy agresiva también matará a las células madre mencionadas y nuestra sangre quedará indefensa y sin capacidad de generar esas defensas.
Pero en muchos casos son necesarias quimioterapias muy agresivas si se quiere superar la enfermedad. Por ello, los investigadores estadounidenses trataron de una nueva técnica en los años 80: antes de tratar al paciente con quimioterapia, las células madre de la médula ósea se recogen y una vez finalizado el tratamiento, estas células se vuelven a colocar en su lugar. Esto permite aplicar mayores dosis de quimioterapia.
El tratamiento contra el cáncer es siempre quimioterapia, pero en este caso también se realiza un autotrasplante de células madre para fortalecer al paciente después de la quimioterapia. Este fortalecimiento es muy importante en la lucha contra la enfermedad, ya que la quimioterapia debilita mucho el organismo del individuo. La técnica comenzó a emplearse en el tratamiento de los denominados cánceres líquidos, es decir, con leucemias y algunos tipos de linfomas y resultados muy satisfactorios.
A la vista de estos buenos resultados, se empezó a aplicar la misma técnica en los cánceres sólidos, sobre todo en los de mama, pero también en muchos otros. Estos ensayos se iniciaron con la década de los 90 o algo antes.
Una vez más, los resultados fueron o parecían muy positivos y se comenzó a aplicar en casos de cáncer de alto riesgo o metástasis (es decir, el cáncer no sólo capturó la zona de origen sino también otras partes del cuerpo).
Las investigaciones llevadas a cabo en aquellos primeros años concluyeron que la combinación de quimioterapia y autotrasplante permitía mantener y frenar el desarrollo del cáncer durante más tiempo y que la técnica se extendió rápidamente a otros países del mundo.
En el Instituto Oncológico de San Sebastián se realiza por primera vez un autotrasplante a un paciente con cáncer de mama en mayo de 1994. Pero al menos en el cáncer de mama.
Prueba de ello es el artículo que se publicará el próximo 13 de abril en la revista médica superior New England Journal Of Medicine. En ella se explica el estudio realizado entre 1990 y 1997. En la investigación participaron 553 pacientes con cáncer de mama, algunos de los cuales sufrieron las sesiones habituales de quimioterapia y otros fueron sometidos a autotrasplante. Tras varios años de estudio de la evolución de estos pacientes, no se observaron diferencias significativas entre ambos grupos: la quimioterapia convencional se mostró tan eficaz como la quimioterapia agresiva. Es decir, el autotrasplante no supone una ventaja especial para el tratamiento del cáncer de mama (recuérdese que esta técnica se aplica en casos de metástasis o cáncer de mama de alto riesgo).
Los resultados de la investigación apuntada han confirmado que existe una cierta estabilización a partir de un nivel de quimioterapia, o lo que es lo mismo, que la eficacia del fármaco no es directamente proporcional a la cantidad. Es decir, ser muy agresor no es sinónimo de ser muy efectivo. Pero esta afirmación no ha puesto patas arriba la lucha contra el cáncer. El autotrasplante es un intento contra el cáncer que parecía muy bueno cuando se puso en marcha, aunque con el tiempo se ha visto que no es tan bueno. Sin embargo, no es un método a descartar. En la actualidad es una técnica muy eficaz para el tratamiento de cáncer como la leucemia.
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Publicado en Zabalik.
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