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Incidencias informáticas en la pandemia

2020/06/18 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia

En este contexto de la investigación del coronavirus ha ocurrido una historia curiosa. A mediados de marzo, cuando la pandemia se estaba extendiendo y los países europeos estaban decidiendo qué medidas había que tomar, Neil Ferguson, ingeniero computacional del Imperial College de Londres, publicó en la revista Nature los resultados de una simulación por ordenador. Los resultados indican que si no se tomaban medidas, la pandemia dejaba 500.000 muertos en el Reino Unido y 2.200.000 en Estados Unidos. Son números asustables. La pregunta era si esa simulación estaba bien realizada o no.

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El simulacro no tuvo muy buena acogida. Tuvo críticas violentas. Destructivos. En ciencia, cuando se publica un resultado, muchos científicos que no son autores repiten el trabajo (en este caso la simulación) en las mismas condiciones. El objetivo es confirmar que haciendo lo mismo cualquiera, el resultado es el mismo. Pero en esta simulación el código del software estaba muy mal escrito. Era un programa escrito en lenguaje C++, muy sucio y erróneo. De ahí las críticas violentas: “Totalmente confiable”. “Un lío lleno de errores”, se expresaron muchas palabras duras.

El final de la historia ha sido una sorpresa. Un neurocientífico de la universidad de Cambridge ha repetido la simulación con resultados iniciales. Por lo tanto, ha demostrado que aquellas críticas devastadoras iniciales no eran justas.

Aquí hay una reflexión interesante. Se puede criticar el propio planteamiento de la simulación. Nunca sabremos hasta qué punto estos resultados serían reales si el Reino Unido y Estados Unidos no habían adoptado medidas. Pero la parte informática no era fiable. La presión de la comunidad científica envió a la basura una herramienta potencialmente útil.

La verdad es que en marzo hubo dos posturas. Una de ellas, de crítica rigurosa y ciega, y otra de crítica constructiva. Científicos ayudaron a Ferguson a limpiar y hacer más útil el programa. De hecho, a principios de abril publicaron una segunda versión más ordenada. Estos del segundo grupo entendían, en el contexto de la pandemia, que no se podía empezar de cero un programa tan complejo y que Ferguson adaptó de la manera que pudo a otro que tenía a su disposición para empezar a utilizarlo lo antes posible. Como dicen algunos científicos, estos programas de código sucio son habituales en muchos de los trabajos que aceptamos. Ahora se observa que, a pesar de no ser ordenado, este programa podría servir como punto de partida.

Pero las críticas destructivas le cortaron las alas. Hoy utilizamos la palabra hater, ¿no? Pues hay hateres en el mundo de la investigación y son muy destructivos.

 

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