¿Somos lo que comieron sus padres?

2012/02/23 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

• Biokimika
• Genetika

“Se suele decir que comemos, pero también somos los que comieron, bebieron y quemaron nuestros padres”. El investigador Manel Esteller habla de la heredabilidad de la epigenética. ¿Es posible transmitir a sus descendientes los cambios epigenéticos que ha sufrido un individuo en su vida, como transmitimos los genes?La epigenética estudia la regulación del genoma, por qué tienen diferentes características y enfermedades las personas, animales y plantas que tienen los mismos genes. La epigenética recoge los mecanismos que, sin alterar la secuencia del ADN, pero influyendo en la expresión de los genes, provocan la aparición de variantes en el fenotipo. Las marcas químicas son principalmente dos: en una de ellas se añade una molécula en determinadas zonas de la secuencia ADN, silenciando un gen; en la otra, la reacción se produce en proteínas que ayudan a empaquetar el ADN, provocando la expresión de genes silenciados.Precisamente, la diferencia entre una célula hepática y una neurona radica en que tienen patrones epigenéticos diferentes y funcionan de manera diferente. Las mujeres tenemos una de las dos cromosomas X totalmente silenciadas. La epigenética es un mecanismo fisiológico común, imprescindible para el desarrollo, diferenciación y funcionamiento de las células. Cada tipo de célula tiene un patrón epigenético y cada vivo tiene su propio patrón como miembro de una determinada especie. No sólo eso, este patrón va cambiando a lo largo del ciclo de vida del individuo. Nuestro patrón embrionario es diferente al que tenemos en la adolescencia, y el que tenemos en la edad adulta es diferente. Aunque al final los seres humanos tenemos un único genoma, tenemos 150 epigenomas.Otra característica del epigenoma es que es mucho más sensible que el genoma con el medio. Además, los cambios epigenéticos son más numerosos y más rápidos que los genéticos. Y como no tiene tanta influencia como los genomas en la supervivencia, las células no han desarrollado tantos mecanismos de corrección de defectos epigenéticos. Finalmente, los hábitos de vida y los factores externos como el fumar, la actividad física o la dieta pueden provocar cambios epigenéticos permanentes a largo plazo. Precisamente, el equipo de Esteller ha descubierto que los gemelos genéticamente idénticos se diferencian con el tiempo, cuanto más diferente es su estilo de vida.La pregunta es inmediata: si los cambios epigenéticos permanentes producidos por el medio se producen en óvulos y espermatozoides, ¿los heredarán? Respuesta rápida: no sabemos. Ya se han realizado algunos descubrimientos a favor de esta opción. Entre plantas y hongos existen ejemplos bien documentados de la epigenética transgeneracional. En los mamíferos, por el contrario, los datos son más escasos y más dudosos: en el ratón y en las ratas se han observado supuestamente los efectos que pasan de una generación a otra mediante mecanismos epigenéticos, pero ni el primero ni el segundo están muy claros.En contraposición a la heredabilidad de las características adquiridas, otros dos factores son, por un lado, la elevada tasa de fallo en el mecanismo de copiado de las marcas epigenéticas, lo que dificulta la transmisión estable de las marcas, y, por otro, que los embriones de los mamíferos tengan un período de desarrollo sin apenas marcas epigenéticas, una especie de reset. En cualquier caso, este tipo de epigenéticas atrapa rápidamente la imaginación de la gente, al menos la mía. Muchos han visto ahí un posible mecanismo para explicar la influencia del medio en la fisiología y el comportamiento a largo plazo. Para otros, tal y como indica el artículo Perceptions of epigenetics, publicado por el investigador Adrian Bird en la revista Nature, “el hecho de que las marcas epigegenéticas adquiridas en la vida sean posibles de pasar de padres a hijos tiene un tono lamarcco tan atractivo que es difícil no considerarlas como un posible antídoto del determinismo genético”.

Publicado en el diario Berria.