Control óseo más preciso, digital
2010/03/07 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia
Completar la rotura de un hueso según las prescripciones de un sistema informático tiene al menos una ventaja evidente: "que los ordenadores no fallan", afirma José Ignacio Martínez, médico que utilizó por primera vez este sistema en Policlínica Gipuzkoa.
Taylor es un fijador externo tridimensional con dos anillos y seis barras entre anillos. Para amarrarlo al hueso se extrae una placa de los anillos. De este modo, sujeta el hueso a completar durante toda la vuelta.
Supongamos que tenemos un hueso mal formado, es decir, que los trozos de hueso no se soldan alineados. En estos casos es necesario romper este hueso y colocarlo correctamente para que se solda definitivamente. Pues la fijadora Taylor es perfecta para estos casos. Así lo afirman los especialistas que lo han utilizado.
La fijación externa Taylor mantiene el hueso a completar en toda la vuelta (Foto: Iñaki Martínez).
Para fijar el dispositivo, le "enseñan" cuál es su posición neutra, en la que las seis barras estarían a la misma distancia, por lo que todas serían de la misma longitud. Una vez determinado esto, deforman el dispositivo y lo adaptan a la posición del hueso mal formado: cada anillo se coloca a cada lado de la fractura y las barras entre ambos se alargan y acortan hasta que adquieren esa posición.
Entonces se pone en marcha el sistema informático, que ve en qué posición se encuentran las barras y qué debe hacer para volver a la posición neutra. Lógicamente, la posición neutra se corresponde con la posición que deberían tener las partes de los huesos. Por tanto, una vez alcanzada la posición neutra, la otra volverá a su posición natural.
El sistema informático exige que los pacientes no tengan que acudir periódicamente al médico para adaptar el fijador, el sistema les indica la barra que deben alargar o acortar, cuándo y cuánto.
Trece días disponibles
Martínez da su primera intervención como ejemplo del funcionamiento del sistema. Hace aproximadamente un año con un hombre de 43 años. En un accidente de trabajo se rompió la tibia y, como en aquella época le pusieron mal los dos huesos, en el momento de la intervención tenía la pierna inclinada (y como consecuencia de ese buzamiento, esa pierna era más corta). En concreto, había 20 grados inclinados de la posición que debía tener.
A los que van con calzado sólo les palia el impacto la suela del calzado y no las cojines y articulaciones de los pies (Foto: Morten Liebach).
"Fue una operación compleja", afirma el Dr. Martínez. Sin embargo, al día siguiente el paciente fue capaz de poner la pierna en el suelo. De hecho, el dispositivo mantuvo las partes superior e inferior del hueso, por lo que el peso del cuerpo no dañó el hueso.
Todos los días el paciente siguió las órdenes del ordenador y “durante trece días tenía el hueso totalmente corregido”, ha señalado Martínez. Después sólo tuvo que esperar a que se llene el hueco entre los huesos.
Este llenado se realiza por sí mismo. Los huesos son capaces de formar tejido óseo y de formar hueso donde falta. Por tanto, con dispositivos que sujetan adecuadamente los huesos, como Taylor, se pueden tratar las fracturas y realizar otras intervenciones. Por ejemplo, podrían prolongarse los huesos de las personas enanizadas. "Desde hace tiempo sabemos que los huesos se pueden estirar tanto como queramos", ha afirmado Martínez.
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