Estructura de las ciudades en el cerebro
2009/11/28 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia
A primera vista, nadie diría que las ciudades y los cerebros tienen nada en común. Las primeras las hemos creado nosotros, las ciudades más antiguas que se conocen hace 5-15 mil años. Las ciudades son el lugar de residencia de las personas, el lugar de residencia de grupos más o menos grandes.
Por su parte, los cerebros nacieron hace unos 535 millones de años en diferentes animales sin intervención ajena. Controlan varias funciones de los seres vivos: los sentidos, el movimiento, el comportamiento, la inteligencia, los latidos del corazón y la temperatura corporal, por citar sólo algunas.
Pues bien, investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer de Estados Unidos han encontrado similitudes entre ambos aparentemente inconexos. Un estudio realizado revela que ciudades y cerebros han evolucionado de forma similar. O más concretamente las redes de comunicación de unas y otras.
Más complejos a medida que aumenta
Cuanto más grandes son, más conexiones tienen, tanto cerebros como ciudades. Y, además de ser más, son más complejos. Los seres vivos en el cerebro necesitan redes de comunicación complejas para que la inteligencia sea más rica y compleja, y para que las ciudades tengan poblaciones grandes y productivas en las carreteras. En ambos casos, la necesidad de mantener un nivel de intercomunicación suficiente para el correcto funcionamiento del sistema.
Tal y como han señalado los investigadores, para crear un cerebro de tamaño humano no sería suficiente la unión de dos cerebros caninos. No se producirían complejos enlaces y conexiones en el cerebro humano, por lo que este cerebro no tendría la capacidad mental que tenemos los seres humanos.
Lo mismo ocurre con las ciudades. En las grandes ciudades es necesario disponer de redes de carreteras complejas y eficientes que permitan mantener la funcionalidad de la ciudad. Así, a medida que se incrementa, se van creando infraestructuras cada vez más complejas: más variantes, más autopistas alrededor de las ciudades, más carriles en las carreteras, más salidas en las autopistas, etc.
Es decir, al igual que en el caso de los cerebros, no bastaría con unir dos pequeñas ciudades para conseguir la red de comunicaciones de una gran ciudad. La única diferencia de la red organizativa de cerebros y ciudades es que, según los investigadores, las neuronas transportan información y las autopistas y carreteras transportan personas y materiales.
Moldeados por presión
¿Cómo es posible que la evolución de las ciudades sea tan parecida a la del cerebro? Pues bien, los investigadores creen que la "fuerza motriz" que hay detrás de ellos es similar. En la naturaleza, se denomina selección natural al regulador de la evolución: los cambios en los seres vivos van apareciendo y avanzan los que mejor se adaptan a las condiciones del medio.
Las condiciones ambientales varían con el paso del tiempo, de manera que los animales se van adaptando y cambiando progresivamente. Esto es lo que ha ocurrido en el tamaño y la estructura de los cerebros, y por eso cada especie animal tiene un cerebro de cierto tamaño.
La selección natural no tiene ninguna influencia en la evolución de las ciudades. Los que afectan directamente a las ciudades son los políticos y los empresarios. Pues bien, según los investigadores, la política y la economía tienen el mismo impacto que la selección natural en la naturaleza. En ambos casos la influencia no es directa, sino indirecta o pasiva. Y en ambos se ha obtenido aproximadamente el mismo resultado. ¡Ahí está!
Publicado en Ortzadar
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