Rusos y de corazón
1991/03/01 Agirre, Jabier - Medikua eta OEEko kidea Iturria: Elhuyar aldizkaria
No apto para personas que sufren del corazón.
Este tipo de anuncios o similares se pueden encontrar en numerosos parques de atracciones, como The black hole (un ruso hecho en toda la oscuridad), the corkscrew (una montaña rusa como el sacacorto) y en general en las puertas de entrada de ciertos juegos o atracciones, especialmente construidos para personas que se acercan a él en busca de emociones fuertes.
También hemos visto anuncios similares en películas de terror de los últimos tiempos. Pero quizá porque tenemos la oportunidad de verla con bastante asiduidad (o acierta por otras razones) el sentido del peligro o de la prevención no es tan evidente y muchas personas consideran que ese anuncio es una mera publicidad, una excusa ideada para subir el precio de las entradas.
¿Y esos anuncios tienen justificación? Esta misma pregunta se hizo a sí misma por los doctores Pringle y Macfarlane, del Servicio de Cardiología de la Facultad de Medicina de Glasgow, y posteriormente, junto con el profesor Stuart Cobbe, comenzaron a analizar las consecuencias de un impresionante ruso en el corazón de las personas normales. Los resultados de estos estudios han sido publicados recientemente en el British Medical Journal y como me han parecido interesantes, los comentaré en estas páginas.
El experimento se centralizó y ubicó en una de las montañas rusas de Glasgow. Este ruso, conocido como boomerang, tiene una duración total de 94 segundos. Tiene una doble partida como el sacacorto, donde con fuerza centrífuga es posible que el tren de transporte se desplace completamente (es decir, a decapitar) y se mantenga así. Este ruso, por supuesto, tiene ese anuncio tan contundente a la vista de todos.
Trece voluntarios sin enfermedad cardiaca previa aceptaron un viaje en Boomerang. Utilizando como parámetro de valoración cardiaca el registro continuo del electrocardiograma, 12 de cada trece voluntarios obtuvieron un EKG de calidad. Los resultados son impresionantes.
El número medio de pulsaciones por minuto antes del recorrido era de 69,8. Mientras se estaba dando la vuelta, la cifra media se elevó hasta 154,2, con una frecuencia máxima y mínima de latidos del corazón de 180 y 130 respectivamente.
Para los investigadores lo más destacable de todo el experimento fue constatar la rapidez con la que el corazón alcanzó la máxima frecuencia: ¡la frecuencia máxima alcanzada por todos los voluntarios en menos de 8 segundos!
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos, se puede afirmar que dar una vuelta en este Boomerang se puede equiparar con el paracaidismo, el esquí y el squash, al menos en lo referente a su influencia en el corazón. Y considerando que la Universidad de Glasgow perdió lo más destacado de los profesores de cirugía cardíaca mientras realizaba el squash, no es de extrañar que las conclusiones extraídas de este experimento pudieran despertar luz roja.
La conclusión general del grupo de Glasgow es que esta especie de experiencia es muy bien soportada por personas con corazón sano. Pero viendo el enorme incremento del consumo de oxígeno que genera una fuerte taquicardia de este tipo, es lógico pensar que para una persona con cardiopatía isquémica esta emoción es demasiado fuerte.
No hay duda. Según los resultados de Glasgow, este aviso ( no es apropiado para personas que sufren del corazón) no es de broma, sino de tomarlo en serio.
En cuanto a las películas de terror, es mucho más difícil cuantificar de forma homogénea sus efectos sobre el corazón. Para empezar, cada persona tiene un equipo muy especial y personal. Por lo tanto, ante una misma escena las respuestas serán muy diferentes. A modo de ejemplo, se puede decir que hay personas que se sienten totalmente asustadas ante las escenas con insectos, mientras que en otras se enciende el terror con motivos supranaturales, ocultismos u otros.
A pesar de que el posible cardiópata piensa que va a ver la película de terror más estremecedora, el proceso es mucho más lento y el espectador puede escapar de él, cerrando los ojos o cubriendo los ojos con las manos o abandonando el cine antes de terminar la película. Sin embargo, en la montaña rusa no hay salida y tras alcanzar la máxima frecuencia cardiaca en 8 segundos, todavía quedan 86 para disfrutar o sufrir.
Es indudable que cuando el vehículo se queda por completo se siente extremadamente agradable y que la adrenalina que circula por la sangre en los siguientes minutos vuelve a experimentar artefactos como Boomerang, Sakakortxoa, Zulo beltza o The Big Deep. Esa debe ser siempre la razón de que sus colas de espera sean las más largas.
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