Sentir sin ver
1993/04/01 Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria
El topo normalmente no lo ve, pero si tiene dos ojos pequeños que el fisiólogo les grita. Si no lo ve, ¿para qué tiene?
El topo Spalax erhenberghi ha conservado en su evolución de 25 o 30 millones de años la huella de algo del órgano visual. Tiene dos ojos microscópicos con un diámetro máximo de 700 micras (el ojo de los roedores del mismo tamaño tiene un diámetro aproximado de 6 mm). Además, estos ojos están cubiertos por una piel y la luz tiene que atravesarla si quiere llegar a la retina. Por supuesto, había razones para decir que el topo era ciego.
Howard M. Sin embargo, los investigadores Cooper, Marc Herbin y Eviatar Nevo han hecho un interesante descubrimiento. Este topo es capaz de detectar los cambios en la intensidad de la luz. Al sentir ciclos “fotoperiodicos”, regula su actividad diaria y sus ritmos biológicos. Esto es absolutamente necesario, sobre todo para mantener su equilibrio térmico. La resistencia al frío depende de la duración del día. Cuanto más corto es el día, mayor es la resistencia al frío.
Pero, ¿cómo detecta y transmite la luz al cerebro? Se ha observado que, utilizando técnicas de marcado, tiene pocas células de retina (100 veces menos que los roedores normales del mismo tamaño), pero no todas las estructuras visuales han sido degeneradas o degeneradas al mismo nivel. La estructura de análisis de formas, de detección del movimiento y de coordinación visual con la motricidad ha retrocedido notablemente, pero las estructuras del hipotálamo y borde de estrías relacionadas con las funciones fotoperiodiales tienen veinte veces más desarrolladas que los roedores convencionales.
Estas estructuras tienen mucho que ver con el ciclo hormonal, la reproducción y otros ritmos fisiológicos.
Estos resultados afectan a la medicina y pueden clarificar los mecanismos de retraso de la visión humana (microfotografía).
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