Más allá de la perspectiva eurocentrista
2024/01/24 STEAM-Hezkuntza (Elhuyar Zientzia)
Los europeos a veces vivimos mirando a nuestro ombligo. No tenemos en cuenta otras realidades del mundo y, sin darnos cuenta, ampliamos la perspectiva eurocentrista. Por lo tanto, es interesante reflexionar si nuestras opiniones, argumentos y propuestas tienen en cuenta otras realidades del mundo o podemos hacerlas desde una perspectiva más amplia.
No es una dificultad como individuo, sino como sociedad. Incluso la ciencia actual, supuestamente objetiva, es muy eurocentrista. Sus preguntas científicas y su forma de interpretar el mundo no son significativas para tres cuartas partes del mundo.
La economía verde sólo tiene sentido si se establece a pequeña escala. Si se establece a escala global no es sostenible. En la cuestión del transporte, para evitar tanto emisiones de CO2 a la atmósfera, se plantea como solución la compra de coches eléctricos modernos. ¿Sirve esto para todos los países del mundo? Atención, para que el discurso que se abre no perpetúe la injusticia estructural ecosocial.
Para renunciar a una visión eurocentrista es necesario tener en cuenta otras culturas y necesidades del mundo. De lo contrario, la adopción de este tipo de medidas en nombre del medio ambiente puede convertirse en un colonialismo verde. Y proteger los ecosistemas no puede traer más injusticias sociales.
Es útil dar protagonismo a la sabiduría local, a las lenguas y a los movimientos sociales. Por ejemplo, cada vez más estudios señalan que las lenguas minorizadas son valiosas herramientas para actuar contra la emergencia ambiental. Las lenguas locales son el reflejo de la relación de los individuos y las culturas con la naturaleza, y de hecho, algunas de estas comunidades lingüísticas históricamente perseguidas están muy relacionadas con el cuidado de la naturaleza y el conocimiento de la naturaleza. Las lenguas minorizadas, al recibir el conocimiento global de sus antepasados, constituyen un depósito de la memoria ecológica.
El reconocimiento de las lenguas minorizadas como una herramienta útil para el desarrollo sostenible puede ayudar a las comunidades tradicionales relacionadas con la naturaleza a que tomen voz los pueblos indígenas, silenciados durante tantos años.
El euskera también cuenta con un rico vocabulario relacionado con la naturaleza, que ayuda a conocer y comprender la naturaleza del lugar. Teniendo en cuenta que el ser humano mantiene una fuerte adhesión al paisaje y a la lengua materna de su entorno —hasta formar parte de su propia identidad—, el euskera es una valiosa herramienta para transmitir el conocimiento ecológico, reforzar la adhesión a la naturaleza y hacer de la comunidad vasca un agente de sostenibilidad.
Sin embargo, el 50% de las lenguas del mundo están en peligro de extinción y con ellas se perderá mucha información. El 91% de las plantas medicinales de la Amazonía, por ejemplo, sólo se transmiten en las lenguas indígenas y en la comunicación oral. La desaparición de las lenguas indígenas supone la pérdida de la principal herramienta para hacer frente a la emergencia ambiental: el conocimiento.
Siendo la diversidad cultural y lingüística un elemento fundamental para el desarrollo sostenible de los pueblos, la ecología lingüística deberá ponerse en el centro del debate. La ecología lingüística es el conocimiento que estudia la relación entre las lenguas y las variables ambientales. La construcción de un modelo de desarrollo basado en la igualdad y los valores humanos requerirá el cuidado de la diversidad lingüística.
Androcentrismo
El androcentrismo es comprender el mundo en términos masculinos. Esta concepción de la realidad parte de la idea de que la mirada masculina es la única mirada posible y universal, ignorando o desvalorizando las experiencias y vivencias de miembros no masculinos.
Así, los hombres son sujetos de toda la sociedad en un sistema androcéntrico, aunque este colectivo está formado por hombres, mujeres y otras identidades. Y eso implica que los intereses de los no varones queden invisibles, o más aún que se consideren idénticos a los hombres.
Un ejemplo conocido es que cuando se diseñaron los airbags de los coches no se tuvieron en cuenta los cuerpos femeninos. Incluso cuando se diseñan kits para situaciones de emergencia, se olvida todo lo relacionado con la higiene menstrual de las mujeres. En los métodos anticonceptivos, todas las iniciativas para que los hombres tomen la píldora fracasan; las mujeres son las que reciben este tipo de tratamientos, aunque sufren graves efectos secundarios. En el diseño del sistema de movilidad en las ciudades también ha jugado un papel importante la perspectiva masculina.
El androcentrismo también se ve reflejado en la ilustración de la evolución humana, en la que el hombre aparece siempre en medio del proceso de hominización. Recientemente, ilustradores feministas han representado a mujeres en el centro de la famosa secuencia de evolución humana.
Las evidencias científicas muestran una clara correlación entre cambio climático y género. Las consecuencias de la emergencia son especialmente crudas para mujeres y niñas pobres, mujeres mayores, personas del colectivo LGBTIQ+, personas con diversidad funcional, mujeres migrantes y personas que viven en zonas rurales. Si son invisibles en situaciones normales, máxime en situaciones de emergencia.
Cualquier propuesta de solución, por tanto, debe incorporar la perspectiva de género y situar las voces de las mujeres en el centro de la transición ecológica, convirtiéndolas en agentes activos del cambio y centrando el debate. La incorporación de la perspectiva de las mujeres es fundamental para mejorar la protección del medio ambiente, reducir la pobreza y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Pero también existen otras miradas humanas estrictas que obstaculizan el proceso hacia la sostenibilidad, como el antropocentrismo. Estamos convencidos de que el hombre está en el centro de la naturaleza y que los demás seres vivos están al servicio de ella. Este enfoque impide comprender el funcionamiento de la naturaleza, ya que el ser humano, lejos de estar en medio de la naturaleza, es sólo un engranaje de una maquinaria compleja.
El sistema funciona gracias a la aportación de todos. El ser humano necesita inevitablemente la aportación de otras especies, somos totalmente interdependientes, interdependientes. La comprensión del funcionamiento de los ecosistemas llevará a la sociedad a interiorizar la importancia de preservar la biodiversidad.
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Este proyecto, promovido por Elhuyar, cuenta con el apoyo del Departamento de Promoción Económica y Proyectos Estratégicos de la Diputación Foral de Gipuzkoa.
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