Misión Interstellar probe
1990/11/01 Arregi Bengoa, Jesus Iturria: Elhuyar aldizkaria
Los datos que hoy nos envían los espacios Pioneer y Voyager son la primera información directa que recibimos sobre el exterior de la heliosfera. Se trata, por tanto, de una información de gran importancia, pero que no puede ser utilizada en la realización del estudio para tratar algunas conclusiones de interés. Como veremos enseguida, el problema en esta zona exterior de la heliosfera (Pioneer 10, por ejemplo, 47 U. A está) se trata de la temporada de inmersión que han tenido que pasar.
De los datos de rayos cósmicos que nos han enviado en los últimos 17 años se deduce que su intensidad aumenta en función de la distancia, entre un 2 y un 4% por unidad astronómica. Es decir, la intensidad de los rayos a 47 U.A. es aproximadamente 2,5 veces la intensidad de la Tierra. Pero desde el lanzamiento de los cuatro espacios la intensidad de los rayos cósmicos en la Tierra ha variado mucho debido a la actividad del Sol.
Por ello, es difícil distinguir la dependencia exacta de la distancia en la subida de dicha intensidad. El camino para superar el problema es evidente. La duración del viaje de la sonda, que realizaría mediciones reales de variación de los rayos cósmicos, debería ser corta en comparación con el ciclo de 11 años de actividad solar, para reducir en la medida de lo posible la distorsión que constituye esta variable.
Los científicos que se ocupan de este tema ya han propuesto una misión que cumpliría con esta particularidad. El proyecto ha sido bautizado como Interstellar Probe. El plan de vuelo sería el siguiente: la nave espacial se dirigiría hacia el primer Júpiter, utilizando la fuerza de gravedad de este planeta para cambiar su trayectoria hacia el Sol. Gracias a la alta velocidad conseguida, el barco podría pasar a dos millones de kilómetros del Sol (unas tres veces su radio). En el punto de mínima distancia se encendería otro motor para que la velocidad sea aún mayor. La velocidad de escape así obtenida sería suficiente para alcanzar la órbita de Neptuno durante dos años.
El viaje no es bapatí, como debería ser teóricamente, pero podemos considerar que ese tiempo de duración es corto si tenemos en cuenta que el Voyager 2 tardó doce años en acercarse a Neptuno. Continuando con los cálculos, el Interstellar Probe se situaría a 140 U.A. durante unos seis años, es decir, en un semiciclo de actividad del Sol. Según los datos que presentábamos en el número anterior, para entonces la heliopausa y la onda de choque estaría a punto de cruzarse. Además del estudio radial de la heliosfera, sería posible realizar un estudio comparativo utilizando datos enviados por Voyager desde otros lugares que todavía podrían atravesar la heliosfera.
La necesidad de esta misión no se basa únicamente en el estudio de la heliosfera. El segundo objetivo fundamental sería, lógicamente, el estudio del espacio interestelar fuera de la influencia del Sol. Además, parece que las estructuras tipo magnetosfera son bastante comunes a lo largo del universo. Además de conocerse en el Sol y en todos los planetas, se han encontrado en algunas pulredes y galaxias activas. Por lo tanto, el conjunto de conocimientos que se puedan conseguir ayudaría mucho a comprender estas estructuras.
La misión Interstellar Probe podría estar cerca para el año 2000, pero, como hemos dicho muchas veces, todos estos proyectos dependen en muchos casos de otro tipo de razones más coordinadoras que de objetivos puramente científicos, y todavía no se ha dado ninguna precisión. Si no se llevase a cabo el proyecto Interstellar Probe, el Voyager 1 sería la única posibilidad de acercarse a los resultados de los problemas planteados.
EFEMÉRIDESSOL: El 22 de diciembre entra en CAPRICORNIO a las 3 horas y 6 minutos (UT): SOLSTICIO. Comienza el invierno. LUNA: CUARTO MENGUANTE LUNA CRECIENTE 9 de Diciembre17an2531PLANETAS
|
Gai honi buruzko eduki gehiago
Elhuyarrek garatutako teknologia