Calidad, más que moda
1996/12/01 Irureta Azkune, Onintza | Kaltzada, Pili - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria
Las jornadas se celebraron los días 7 y 8 de noviembre en Donostia. Fue una buena oportunidad para dar a conocer las experiencias que se han llevado a cabo hasta el momento en materia de calidad, pero la intención de los organizadores no se limitaba a la mera difusión. Para explicar estas pretensiones, nos dirigimos a Eugenio Ibartzabal, miembro del Foro Gipuzkoa XXI, que representa a ADEGI, ELKARGI, la Fundación Kutxa y la Universidad del País Vasco.
Según él, “ el concepto de calidad corre el riesgo de considerarlo una moda. Ante la necesidad de dar respuesta al momento, muchas organizaciones y empresas se han filtrado a ciegas en programas de calidad. Es más, en lugar de vestirse con la nueva filosofía recogida en estos programas, han preferido creer que con la certificación de calidad se acaba esta cuestión de la calidad. Para ellos, por tanto, el de la calidad es una moda, algo que se pide ahora, pero que se olvida pronto. Yo, por supuesto, no soy de la misma opinión”.
Tirando de este hilo, nuestro interlocutor llegó inmediatamente a analizar las diferentes formas de entender la calidad que existen en la actualidad. Como ya se ha comentado, la calidad se ha entendido en algunos casos como una condición para poder competir a nivel mundial, “ para ellos —nos dijo Eugenio Ibartzabal— el sistema de producción de calidad no es más que un documento que abra las puertas de los clientes de todo el mundo; en estos casos, la calidad no ha alterado el núcleo de la producción y, superada la inicial mezcla burocrática de los procedimientos de calidad, se ha internalizado de forma inmediata, ya que apenas ha producido un cambio en el funcionamiento de la organización. Pero la calidad es mucho más que eso”. Eugenio Ibartzabal acaba de publicar su libro 'Pasión por la mejora continua', en el que analiza la calidad desde una perspectiva humana.
De hecho, fue a eso a lo que el interlocutor redirigió de inmediato nuestra conversación: “En mi opinión, la calidad es otra forma de ver las cosas; podríamos hablar de filosofía, pero hay quien empieza a sospechar. En mi opinión, todos tenemos ganas de hacer bien las cosas en el interior: queremos cuidar nuestra vida personal, queremos estar a gusto en el trabajo, queremos que nuestro trabajo sea efectivo y valioso y, por decirlo de alguna manera, queremos ser propietarios de lo que hacemos. Si analizamos la calidad desde el punto de vista humano, lo primero que hay que destacar es que la calidad no es una forma extraña de funcionamiento que se nos ha impuesto desde el exterior, sino un deseo de mejora propia. Los sistemas de aseguramiento de la calidad y los procedimientos de gestión surgen para encauzar este deseo, pero son, en definitiva, medios para llegar a la calidad”. De acuerdo con este comportamiento, todas las actividades, tanto económicas como personales, deben ser analizadas globalmente para encontrar lo realmente importante; según Eugenio, hay que tener claro qué queremos conseguir, fijar objetivos y analizar qué es necesario para llegar a ellos.
La incorporación de este procedimiento a la educación no impide que los objetivos de la escuela o centro se consoliden y actúen en consecuencia. “Al incomparable artista Miguel Ángel le preguntaron una vez, con su impresionante escultura Dabid delante, cómo se podía conseguir algo así de una piedra pujante, y su respuesta me parece bastante representativa: ‘ha sido fácil, se quita lo que sobraba y estaba allí’. Esa es la producción de calidad”.
Abriendo camino, poniendo las bases
En estas jornadas de integración cultural de la calidad en la educación que se han llevado a cabo en Donostia, también conocimos la experiencia de los centros de Formación Profesional de Tolosa, Bergara, Usurbil y Martutene. Estos cuatro centros son miembros de Ikaslan y han pasado dos años integrando la gestión de la calidad en las tareas diarias. Los miembros del Foro Gipuzkoa XXI acudieron a ellos para informarles de los procedimientos de calidad y se pusieron en marcha inmediatamente.
Su trabajo ha sido, pues, transgresor, ya que hasta entonces no había experiencia similar entre nosotros. Los directores de los cuatro centros explicaron que los modelos de calidad en la educación serán los más importantes en breve y que, aunque se oigan opiniones contrarias, en el futuro serán plenamente aceptados. En definitiva, los directores de estos centros señalaron que esta experiencia de dos años ha sido un éxito total. Según Iñaki Mujika, director de la Escuela Profesional de Usurbil, “nos ha servido a nivel personal, nos ha permitido prever los cambios necesarios en nuestra organización, nos ha ayudado a implicarnos más y nos ha proporcionado el modelo adecuado para gestionar nuestras escuelas”.
A la hora de organizarlo, ha sido ventajoso poner en marcha una calidad total, pero todavía no se ha visto el resultado tangible de este proyecto: la matriculación no ha aumentado significativamente y los resultados académicos de los alumnos tampoco han mejorado, pero los directores de los centros han visto que en otros aspectos se está dando un buen camino: “una vez que hemos aprendido lo que es la gestión de la calidad, estamos trabajando en un modelo práctico; antes que no teníamos un modelo de autoevaluación, no lo veíamos necesario, pero hoy en día podemos saber si estamos funcionando bien en todo momento; además, antes de que no podíamos recibir la opinión de nuestros clientes sobre lo que les ofrecíamos, y la gestión en calidad nos ha abierto nuevas vías para llegar a alumnos, padres y empresas”.
Mirando al futuro
Sabiendo que la pregunta era ingenua, le preguntamos a Eugenio Ibartzabal antes de salir del Palacio Miramar: ¿cómo serán nuestras clases en el futuro? “ En función de las necesidades de la sociedad, sin duda. Irán cambiando con la sociedad y tendrán que adaptarse a las nuevas necesidades. El perfil del alumnado actual debe equipararse a lo que van a hacer en el futuro, ya que la escuela no es, aunque muchos lo creen, algo que está fuera de la sociedad; nuestras escuelas han de ser absolutamente dinámicas, alineadas con los objetivos que se han fijado y que harán esfuerzos para conseguirlos”.
Daniel Meade
ZETIAZ-Elhuyar: En el Instituto de Monterrey trabajas en educación de calidad. ¿Cómo ha sido vuestra experiencia?
Daniel Meade. Ha sido un proceso muy largo. El instituto nació en 1943 y en 1985 se puso en marcha el Programa de Mejora Continua, por lo que llevamos diez años con esta prograna. En estos diez años hemos destacado, por un lado, que el número de alumnos ha aumentado, pasando de 20 a 60.000 alumnos este año. La escuela inicial era una casa arrendada y en la actualidad contamos con 26 campus repartidos por todo México. La última innovación es la Universidad Virtual, situada en Sudamérica, Canadá y Estados Unidos. Ambos aspectos se refieren al ámbito material del proyecto, pero lo más importante es comprobar que la calidad de la enseñanza ha mejorado notablemente. Como consecuencia de una educación de calidad, muchos de nuestros alumnos y alumnas encuentran trabajo o crean sus propias empresas antes de los cinco años de finalizar sus estudios. Además, en ellos adquieren altos cargos. Y sobre todo, estos ex-alumnos funcionan como agentes en nuestra comunidad, no sólo en la industria, sino también en la sociedad y en la política. Este esfuerzo por mejorar la administración y la enseñanza en las escuelas se refleja en la sociedad a través del trabajo de estos alumnos.
N-D: ¿Se pueden equiparar vuestra experiencia con la de Euskal Herria? ¿Cómo se puede introducir este concepto de calidad en las escuelas de Euskal Herria?
D. M. Las organizaciones son diferentes. Las escuelas privadas tienen una mayor flexibilidad en su funcionamiento, mientras que las instituciones públicas tienen muchas oportunidades de trabajo y de mejora por el alto número de alumnos. Además de esta ventaja, no debemos olvidar que las instituciones públicas cuentan también con el apoyo del Gobierno, lo que facilita el acceso a los recursos necesarios para encauzar los cambios. Sin embargo, hay que tener en cuenta el otro lado de la moneda: las escuelas son grandes, politizadas y burocratizadas, con mayor resistencia a los cambios.
Las cuatro escuelas que comenzaron a trabajar en la puesta en marcha del proyecto de calidad han echado sus primeras raíces. De las ideas aportadas hace tres años han crecido nuevos y diferentes frutos. Con la palabra diferente no quiero hacer valoración: no son mejores ni peores que los demás, sino diferentes entre sí, y en ese sentido todos son muy buenos resultados.
Robert Winter
ZETIAZ - Elhuyar: ¿Cuáles serán las funciones de la Cátedra de Calidad?
Robert Winter: Para empezar, organizaremos una oficina dependiente del Vicerrector del Campus de San Sebastián desde la que trabajaremos para toda la Universidad. Por ejemplo, trabajaremos con el profesorado para analizar las relaciones entre profesorado y alumnado al principio y poder dar los pasos necesarios para mejorar. De hecho, una vez realizado el análisis del proceso, hemos visto que los profesores enseñan muchas veces, pero que los alumnos no aprenden. Por lo tanto, tendremos que trabajar con los profesores para que utilicen diferentes técnicas en las aulas para mejorar las relaciones con los alumnos. Además de la docencia, trabajaremos otros aspectos relacionados con la Universidad.
Por ejemplo, cómo hacer la matrícula, cómo hacer el resto de gestiones de la administración... Estos servicios deben ser mejorados para que el cliente, tanto de la Universidad como de fuera de ella, esté satisfecho. La idea general es transformar la Universidad, hacer un nuevo tipo de institución. La verdad es que el proyecto todavía no está completamente ligado y es difícil entrar en las especificaciones del proyecto. Yo mismo tendré que empezar mucho porque no conozco la situación de la Universidad del País Vasco y, por supuesto, las soluciones de Estados Unidos no servirán para los problemas de aquí. Por supuesto, no se trata de coger mis ideas y ponerlas aquí. Las sociedades de Estados Unidos y de aquí son muy diferentes, por lo que antes de empezar a trabajar tendré que sumergirme y mojarme en el ambiente de aquí.
C.D. : ¿La cátedra de calidad se desarrollará exclusivamente en la Universidad?
R. W: De cara al futuro, la Universidad se pondrá en contacto con otros sectores de la sociedad, principalmente la industria. De hecho, la Universidad es un centro de conocimiento que puede ofrecer servicios a la industria, a las empresas. La intención de la Cátedra de Calidad es: Analizar la labor de la Universidad en pro del desarrollo económico y social del País Vasco. Las escuelas de Formación Profesional también se integran en este proyecto y, como ya se ha mencionado, tendremos muy en cuenta la industria, las empresas y el propio gobierno. Muchas veces vemos a la universidad como una organización aislada de la sociedad, sin cercanía al pueblo y creo que hay que romper con esa tendencia o convicción, porque la Universidad es parte de la comunidad humana.
Franklin Schargell
ZETIAZ - Elhuyar: Según tu experiencia, el proyecto que une calidad y educación ha funcionado bien. ¿Cuáles son los problemas que se dan en las escuelas a la hora de poner en marcha proyectos de calidad?
Franklin Schargell. En mi opinión, la dificultad más importante es el cambio cultural o de pensamiento. Hasta ahora no se pedía al profesorado la participación en sistemas de mejora de la organización escolar. Por otra parte, el alumnado nunca se ha sentido parte de esta red educativa y se ha acostumbrado a ella como elemento pasivo, simplemente se le dice a los alumnos cómo deben hacer las cosas. Además, los padres también están totalmente excluidos de formar parte; los profesores consideran que toda la responsabilidad educativa es suya y no piden la participación de los padres. Por tanto, la actitud del alumnado, profesorado y padres y madres debe cambiar si se quiere poner en marcha un sistema educativo de calidad.
Además, hay problemas económicos e importantes. En Estados Unidos, y creo que es lo mismo en Euskal Herria, el estado no apoya las escuelas. En Estados Unidos hay más cárcel y reformatorios que escuela. No existen ayudas reales por lo que los problemas económicos pueden dificultar totalmente la puesta en marcha de estos proyectos.
C. - R.: ¿Se pueden equiparar las experiencias en escuelas de Estados Unidos con las de Euskal Herria? ¿Qué proceso se está llevando a cabo en la evolución de las escuelas vascas?
F. S. Todas las escuelas son similares, tanto en Euskal Herria como en Estados Unidos. En todas las escuelas encontramos los mismos elementos: profesorado, alumnado y padres y madres. En cualquier caso, somos de culturas diferentes y, precisamente, ese es el elemento principal que distingue a las escuelas extranjeras de aquí. Sin embargo, los retos que tenemos en la actualidad son en todos los casos suyos, la situación unifica a todas las escuelas, aunque con culturas muy diferentes.
En Euskal Herria las cosas se están haciendo bien. Estoy realmente sorprendido con las cuatro escuelas que han puesto en marcha el plan de calidad. Lo que han avanzado desde hace dos años es increíble. Los directores de estos centros han liderado perfectamente el proceso y han interiorizado muy bien lo necesario para lograr una educación de calidad.
Estas escuelas vascas han avanzado mucho y como ahora se traen extranjeros para las conferencias sobre calidad de la educación, a partir de ahora serán las de las escuelas vascas las que vayan a dar cuenta de su experiencia al extranjero. Podrán mostrar su experiencia fructífera y exitosa en Euskal Herria y actuar como ejemplo, animando a otras escuelas a avanzar en esos proyectos.
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