'Porno del clima'
2006/08/09 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
El IPPR ( Institute of Public Policy Research ) se presenta como una institución de referencia que sirve de puente entre la tradición liberal y democrática, entre la universidad y los políticos, entre el gobierno y la sociedad civil. Sin embargo, en este caso se ha resistido a los medios de comunicación, a los grupos ecologistas y también al gobierno.
El IPPR ha analizado la comunicación que realizan estos tres ámbitos: medios de comunicación, grupos ecologistas y gobierno u organismos oficiales. Para ello, ha analizado diversos artículos de periódicos y revistas, anuncios de televisión, radio y prensa, así como diversos sitios web, entre los que se encuentran los principales grupos ecologistas y del gobierno. Las conclusiones del estudio se han recogido en el informe Warm Words, que ha sido publicado la semana pasada, y a pesar de que las conclusiones corresponden al Reino Unido, he querido recogerlas en las siguientes líneas, que también consideramos que son de utilidad para nosotros.
En términos de información lingüística, la organización británica ha identificado dos grandes comportamientos aparentemente antagónicos: el alarmismo y las pequeñas acciones.
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Camino. El primero, totalmente pesimista, presenta el cambio climático como un tema terrible, terrible y totalmente ajeno al control humano. Esta forma de actuar excluye totalmente cualquier posibilidad de llevar a cabo acciones efectivas, ya que el último mensaje que recibe el público es que el problema es demasiado grande para cualquier cosa.Por su parte, la comunicación que opta por el camino de las pequeñas acciones pretende transmitir el mensaje contrario, puesto que pone el acento en los pequeños pasos que cada uno de nosotros puede dar. Esta vía de comunicación es dominante en las campañas de concienciación del gobierno y de los grupos ecologistas, pero el lenguaje alarmista también las salpica a menudo: Mensajes como "20 cosas que puedes hacer para salvar al planeta de la destrucción" corren el riesgo de neutralizar al receptor. En estos casos, la epicidad de la primera parte del mensaje anula la segunda parte. De hecho, ¿qué peso puede tener este algo que yo hago cuando hablamos de la destrucción del planeta?
Ambas formas lingüísticas son bien representadas por lo que, según los autores del informe, la principal conclusión del estudio es que el discurso sobre el cambio climático es confuso, contradictorio y caótico en el Reino Unido. El informe subraya que para cada argumento que aborda el tema desde cualquier punto de vista (por su naturaleza, gravedad o procedencia) siempre hay una voz que dice lo contrario, y por lo tanto, la impresión que recibe el público es que el cambio climático todavía no se considera seguro, que nadie lo sabe realmente.
Hasta ahí nada sorprendente. El tema del cambio climático es así, al menos en la escala temporal de la vida humana. Para que las consecuencias sean indiscutibles y definitivas se necesitan tiempos largos y perspectivas de tiempo, pero de momento no estamos en esa situación. Y la gente sabe eso está bien. Por eso no me ha gustado nada la primera recomendación de la organización IPPC para mejorar la comunicación. Según ellos, el cambio climático debe ser considerado como un tema que no requiere debate, como la rotación de la Tierra o el ciclo del agua. Punto. Entiendo por qué lo dice, sé que el objetivo es huir de posiciones escépticas estériles, pero no sirve de base para construir una sociedad arraigada en el conocimiento. Y poco beneficia a la divulgación científica.
Publicado en el diario Berria.