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Lineo y taxonomía: un hito en la historia de la ciencia

2025/03/01 Zabaltza Pérez-Nievas, Xabier - Gaur Egungo Historiako irakasleaUPV/EHU Iturria: Elhuyar aldizkaria

Carlos Lindo dedicó toda su vida a la organización de todos los seres de la naturaleza. Este gran naturalista sueco no solo nombró especies animales y vegetales. También clasificó minerales y otras muchas cosas, incluidas las supuestas razas humanas. Fue el creador de la taxonomía y primatología que se utiliza en todas las ramas de la biología actual.

Antes de comenzar a hablar de Carlos Lineo (1707-1778), padre de la taxonomía, conviene precisar su nombre, ya que se suele dar mal. En sueco se bautizó a Carl Linnæus, pero desde 1761, convertido en un gentilhombre, le llamaron Carl von Linné. En latín, escribió la mayor parte de sus obras en un idioma que todos los estudiosos europeos entendían, firmó Carolus Linnæus hasta 1761 y Carolus a Linné desde entonces. Euskaltzaindia decidió en 2017 que su apellido en euskera es ‘Lineo’.

1. Carlos Lineo (Carl Linnæus o Carl von Linné, 1707-1778). Retrato de Alexander Roslin en 1775.

Es difícil maximizar el impacto de Line en la historia de la ciencia. En 1735 publicó un folleto de doce páginas: System Naturae, una sesión de clasificación de los tres reinos del Emperador de la Naturaleza: animales, plantas y minerales. Esta división triangular no fue idea suya, sino que fue difundida por los alquimistas del siglo XVII. Lineo introdujo al hombre entre los animales, pero durante mucho tiempo hubo un cuarto reino en vigor: El Regnum Hominale. La duodécima edición de System (1766-1768), la última que apareció antes de morir, tiene 2.400 páginas en tres volúmenes. El décimo, de 1758, es considerado como el punto de partida de la zoología moderna, ya que fue en este punto donde estableció los nombres gemelos para los animales, compuestos de género y especie. El de Botánica se ha situado en 1753, en su libro Species Plantarum. Estableció una clase y orden entre el reino y el género. Heredero de una tradición que se remonta a Platón, estas categorías no fueron inventadas por Line, pero las utilizó de forma sistemática. Aunque nunca pronunció algunas palabras que se le atribuyeron («Dios crea, Linneo»), se veía como un nuevo Adán, empeñado en nombrar a todos los seres, vivientes o inanimados. Siempre en latín dio la denominación científica a 7.700 especies vegetales y a 4.400 animales.

Estas líneas decían que las especies han sido creadas por Dios y son fijas: no pueden aparecer, modificarse o extinguirse. No conoció la teoría de la evolución, ya que Darwin y Wallace la publicaron en 1858. Sin embargo, en sus últimos años comenzó a sospechar que algunas especies podrían producirse por hibridación. En cuanto a la nuestra, en 1758, en la décima edición de System Naturae, nos bautizó con el nombre de Homo sapiens, aunque también apareció en ella la expresión Homo diurnus. En su opinión, estamos divididos en seis variedades. De ellos, cuatro continentales y de color. Homo sapiens es un americano rojo y se organiza según la costumbre. El Homo sapiens es un europeous blanco que se rige por las leyes. El Homo sapiens asiaticus es amarillo y se organiza según la opinión. Por último, el Homo sapiens es un afer negro que se organiza por capricho. Pero hay otras dos variedades. En el Homo sapiens ferus incluyó a presuntos niños salvajes, como los que se encontraron en los Pirineos en 1719. El Homo sapiens monstrosus está formado por los que Linneo considera anormales: (Laponia) Los enanos de los Alpes, los gigantes de la Patagonia, los hotentotes de un solo testículo, los chinos de cabeza grande y cónica, los amerindios de cabeza oblicua y aplastada del Canadá y, en Europa, las niñas cuyo vientre se ha adelgazado a causa del corsé.

Más aún. El Homo sapiens o Homo diurnus no fue la única especie humana que describió en 1758. Creyendo en los relatos imaginarios del doctor holandés Jacob de Bondt y del viajero sueco Nils Matson Kiöping, estableció también la especie Homo troglodytes o Homo nocturnus. A diferencia de lo que se suele pensar, no era un chimpancé o un bonobo, ni una de las especies, aunque esto no está tan claro, en tres ciervos. Posiblemente, es la imagen distorsionada de las mujeres con niebla y los hombres y mujeres albinos de Indonesia de hoy. Como si esto no fuera poco, además de los autores citados, siguiendo al naturalista italiano Ulisse Aldrovandi y al filósofo francés Pierre- Louis Moreau de Maupertuis, dio a conocer el Homo caudatus hirsutus o ‘hombre con cola y billar’. En este caso se refería al Mar Rojo como un babuino a ambos lados, sagrado, acrecentado y humanizado en el antiguo Egipto. En 1760, las dos variedades humanas fueron clasificadas en el género Simia. En 1771 introdujo tres especies de hígado en el Homo demasiado taxón. Educado en el luteranismo, Lineo creía firmemente que Dios es racional y que, por tanto, no puede haber un género monoespecie. Además, en su época, Scala Naturae o ‘la gran cadena del ser’ tenía una gran sapa. Según este paradigma, que se desarrolló desde la antigüedad, Dios está en la cima de los seres y los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego, en esa misma orden) están en la base, siempre en una serie vertical e ininterrumpida, porque «la Naturaleza no da saltos». Por ello se precisaba, al menos, una especie de cebo entre el ser humano y los demás animales. También hay pólipos entre animales y plantas, y corales entre plantas y minerales (y entre Dios y el hombre, nueve órdenes angélicas).

2. Portada del primer volumen de la décima edición del libro System Naturae (1758).

Como se ha visto, la clasificación de los seres humanos está llena de racismo y prejuicios. De hecho, aunque desde un punto de vista totalmente eurocéntrico se ha considerado la ‘Ilustración’, la época de Linneo fue muy oscura. El secuestro, la trata y la esclavitud de los africanos eran legales y se estaba llevando a cabo una colonización mundial. Por ello, su actitud es merecedora de consideración, ya que, como se ha dicho, reunió en una sola especie a todos los seres humanos de carne y hueso. Muchos autores que vivieron después de Lineo los dividieron en varias especies. Más lejos aún fueron Ernst Haeckel en 1889 y Giuseppe Sergi en 1911, ya que se clasificaron no solo en algunas especies sino también en algunos géneros. El caso de Haeckel es especialmente llamativo, ya que fue un científico de alto nivel. Fue nombrado en 1866 por el tercer reino de la Vida después de Animales y Plantaes: Protista, organismos monocelulares (nucleares).

En 1735, Lineo, en la primera edición de System Naturaei, estableció dentro del reino Animalia la clase de Quadrupedia (‘cuatro patas’), tomando su nombre de Aristóteles, y dentro de ella el orden Anthro­pomorpha (‘humanismo’), que toma el nombre de John Ray. La Orden reunía tres géneros, entre ellos Homo y Simia. En 1758, en la famosa décima edición del mismo libro, rebautizó la clase Mammalia (‘mamíferos’) y el orden Primates (‘primeros’ en la jerarquía de los seres de la Naturaleza). Ambas, muy modificadas, permanecen vigentes. De hecho, muchas especies se han detectado en este periodo de tres siglos. Además, en las últimas décadas se ha producido una revolución en la clasificación de los organismos a través de las investigaciones moleculares. Como consecuencia de ello, la taxonomía ha tenido que adaptarse a las reglas de la cladística y las especies se han multiplicado. A diferencia de la época de Linneo, ahora las especies no se clasifican por características obvias, sino por relaciones genéticas entre ellas. En concreto, además del Homo sapiens, el sueco describió correctamente 32 especies de primates entre las 505 declaradas hasta 2016. Sin embargo, los murciélagos y los colugos, que él puso en ese orden, no son primates (como los perezosos no son antropomorfas). Según se ha mostrado, otras especies no han existido más que en su cabeza creyente y en otras como la suya. Asimismo, como la mayoría de los investigadores de su época, no distinguió entre orangutanes y chimpancés (y bonobo). Como curiosidad, añadiré que el zoólogo francés Henri-Marie Ducrotay de Blainville, imitador de Linneo, creó en 1839 las categorías de Secundates, Tertiates y Quaternates para agrupar órdenes de mamíferos. Naturalmente, no tuvo ningún éxito.

3. Especies de hombres, según Linneo (Anthropomorpha, 1760). De izquierda a derecha: mujer desfigurada con vello, babuino sagrado erguido y humanizado, confusión de chimpancé, bonobo-orangután y el único justo, el orangután de Borneo.

Estas líneas no aplicaron los nombres latinos gemelos solamente a animales y plantas. También lo intentó con hongos y algunos organismos microscópicos. Para todos ellos, en la incertidumbre, sugirió Regnum Neutrum o Regnum Chaoticum en 1767. La mayoría fueron introducidas en el reino de Fungi por Robert Whittaker en 1959. Aunque no tuvo ningún eco, Linneo también utilizó los nombres gemelos con Lapides o ‘piedra’, ya que, según él, constituyen el tercer reino de la Naturaleza. Como muestra de su obsesión por las clasificaciones, también creó taxones para otras muchas cuestiones, como los medicamentos, las enfermedades y los alimentos. Estos sin dos nombres, pero siempre en latín.

La revolución de la biología hizo que todo el sistema de Linneo se tambaleara. En 1990 los microbiólogos Carl Woese, Otto Kandler y Mark Wheelis construyeron tres regios o ‘dominios’ sobre los reinos tradicionales. Las plantas, los animales, los protistos y los hongos, que tienen un núcleo celular, fueron colocados en el dominio Eukaryota, recuperando el concepto que Édouard Chatton lanzó en 1925. Luego los protestantes se dividieron en varios fogones. Los otros dos dominios, compuestos por no contener núcleo celular, son: Bacteria, organizada como reino por Herbert Copeland en 1938 y que reúne a los organismos descritos por Archaéa, Woes y George Edward Fox en 1977. Aunque son microscópicos, los arqueos están más cerca de los eucariotas que de las bacterias. En los tres regios se siguen utilizando nombres dobles en latín. Para unir todos los seres vivos en un solo taxón, Lee Barker Walton propuso el término Bionta en 1930.

A pesar de las críticas, la taxonomía de Lino podría ser un antídoto contra el antropocentrismo de nuestra civilización. Al fin y al cabo, en su organización, Homo sapiens no es más que una de las millones de especies de Imperium Naturaeo. De hecho, las palabras homo (‘hombre’) y humilis (‘humala’) tienen el mismo origen, ya que ambas provienen de la raíz prehindoeuropea *dhghem- (‘tierra’). En cuanto a la palabra ‘hombre’, podría estar relacionada con las palabras en euskera de antemano *zoni y hoy en día ‘zohi’. Así, los ‘seres humanos’ en euskera y los humanos/humain/uman solo significan ‘El vecino de la Tierra’ en nuestro castellano, ya que todo el planeta es El Pueblo Humano, que compartimos con los otros dos.

Agradecimientos

el Gunnar Brober (Lunds universitet, Suecia), Raymond Corbey (Universiteit Leiden, Holanda), Aulus Gratius Avitus (Schola Latina Universalis, Reino Unido) y el difunto Colin Groves (National University, Australia).

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Linnæus C. Se han utilizado diversos trabajos, principalmente System Naturae. La primera edición data de 1735. El décimo contiene dos volúmenes: el primero (1758) sobre animales y el segundo (1759) sobre plantas, el tercero sobre minerales, ya que no se publicó. El duodécimo, en tres volúmenes, data de 1766-1768. Tras la muerte de Lineo, Gmelin publicó su decimotercera edición (1788-1793).
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