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La última provocación de Lovelock

2007/10/06 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Lovelock XX. Ha sido uno de los científicos más conocidos y discutidos del siglo XXI y está dando mucho que hablar. La última provocación ha sido la mezcla de aguas marinas para limpiar el dióxido de carbono de la atmósfera.
Jmes Lovelock es el padre de la teoría Gaia.

James Lovelock fue conocido en la década de los 70 al presentar su Teoría del Tema. Según él, la Tierra es un sistema vivo, capaz de autorregularse y tiende al equilibrio. En un principio, los científicos consideraron la idea como una locura, pero después muchos han reconocido que Lovelock quizá no se equivocaba del todo. De alguna manera, esta visión de la Tierra ayuda a comprender la evolución del planeta.

Pero el año pasado, con el libro La venganza de Gaia, volvió a alterar a la gente. Según él, el futuro del planeta es muy negro; por ejemplo, prevé que para el año 2050 el hielo de los polos esté derretido y Londres esté sumergido. Y tiene claro que el cambio climático lo ha producido el propio ser humano.

En cualquier caso, Lovelock no está desesperada, sino que cree que hay caminos que ayuden a salvar la Tierra de la catástrofe. Uno de ellos es la sustitución de combustibles fósiles por energía nuclear. Esta idea provocó también una gran revuelta; para muchos era increíble que el padre de la teoría Gaia estuviese a favor de la energía nuclear. Sin embargo, Lovelock considera que es la mejor opción para combatir el cambio climático, ya que la energía nuclear no emite dióxido de carbono a la atmósfera a diferencia de otras fuentes.

Tubos en el océano

Con el paso del tiempo las aguas se han calmado un poco y parece que no es una propuesta tan descabellado. De hecho, a pesar de que la energía nuclear no goza de gran aceptación social, otros científicos se han mostrado a favor de ello y varios gobiernos, entre ellos el británico, están estudiando esta posibilidad.

Sin embargo, la sustitución de combustibles fósiles por energía nuclear tardaría bastante tiempo y Lovelock cree que la cuenta atrás ya está en marcha, es decir, que es urgente adoptar medidas para combatir el cambio climático. Por ello, ahora se ha mostrado partidario de mezclar el agua del mar en una carta enviada a la revista Nature.

Las propuestas de Loveock son para muchos provocadoras y muy discutibles.

Además, esta vez no ha aparecido sola, ya que la carta está firmada por dos personas, una es la propia Lovelock y otra es Chris Rapley, director del Museo de la Ciencia Británico y ex director de la Organización de Investigación Antártica.

El título de la carta es: Los conductos oceánicos pueden ayudar a la Tierra a curarse. Dicen que los esfuerzos por reducir las emisiones de dióxido de carbono son inútiles por los cambios producidos por el ser humano y por la inercia del sistema, a pesar de su buena intención. Se necesita un medicamento más duro. Y el medicamento que proponen es el llenado tubular del océano.

Estos tubos estarían libres o unidos en el mar. Tendrían entre 100 y 200 metros de longitud y 10 metros de diámetro y tendrían una válvula. El movimiento de las olas permitiría que las aguas profundas salieran a la superficie a través de las tuberías. Las aguas de fondo son más ricas en nutrientes que las superficiales, por lo que se incrementarían las algas. Las algas absorberían dióxido de carbono, disminuyendo así la concentración de este gas en la atmósfera. Es más, las algas producirían sulfuro de dimetilo; al ser el sulfuro de dimetilo el núcleo de las nubes se producirían las nubes que reflejarían la luz solar.

Ambos científicos aseguran que el golfo de México es el lugar idóneo para colocar los tubos. Esto se debe a que al aumentar las aguas profundas, las aguas superficiales se enfrían, por lo que se considera que se producirían menos huracanes cuando el agua está caliente.

Consecuencias desconocidas

Pero esta idea no es totalmente original. La compañía Atmocean ya ha realizado y probado este tipo de tubos en EEUU. Se estima que se necesitan 134 millones de tubos al año para eliminar un tercio de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera debidas a las actividades humanas.

Los ratones Knockout son muy útiles para la investigación. (Foto: NHGRI)

Además de coser el océano con las nubes, existen otras propuestas tecnológicas para combatir el calentamiento global: enriquecer el mar con hierro para aumentar las algas; instalar sombrillas o espejos en el cielo para evitar que los rayos solares lleguen a la superficie terrestre; y pulverizar el sulfato a la atmósfera para provocar nubes.

Estas tecnologías no están muy desarrolladas y nadie sabe las consecuencias que podrían derivar de su aplicación. La mezcla de aguas marinas también puede tener efectos nocivos. Lovelock y Rapley reconocen que la disolución del dióxido de carbono atmosférico en el mar puede provocar la acidificación del agua, con el consiguiente perjuicio para los ecosistemas marinos.

Es más, según un investigador del Instituto de Oceanografía, Woods Hole, las aguas profundas contienen gran cantidad de carbono inorgánico, y al aflorar la presión es menor que en el fondo, se producirían burbujas y el dióxido de carbono se liberaría al aire. Por lo tanto, considera que la mezcla de aguas es inútil.

Puede que Lovelock pretenda agitar a la sociedad para que la gente proteja las medidas contra el calentamiento global. Sin embargo, algunos expertos consideran que este tipo de declaraciones pueden tener un efecto opuesto, ya que la gente puede pensar que la solución está en los avances tecnológicos, por lo que no intentará reducir el consumo energético. Al menos una cosa está clara: Si la intención de Lovelock era suscitar debate, ha conseguido el objetivo.

Publicado en Gara

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