Maite haugu, zorion
2006/04/01 Aristegi Urkia, Igor - Ikertzailea EHU Iturria: Elhuyar aldizkaria
Fármacos de la felicidad
Huxley, con acertijos literarios precisos, predijo el uso de psicofármacos ulteriores que se empezaron a utilizar en la década de 1950. De hecho, la falta de felicidad ha sido un tema de investigación importante para los científicos, y hoy en día, en los países industrializados, los laboratorios farmacéuticos comercializan una gran cantidad de principios activos para solucionar nuestros quebraderos de cabeza. Si nos preguntamos en la farmacia, nos darán un listado de nombres hasta el aburrimiento: fluoxetina, paroxetina, clomipramina, tradozono, desipramina, escitalopram, etc. Nombres comerciales, otros tantos: Procac, Seroxat, Anafranil, Trazola, Norpramine, Meridian y más.
A todos estos fármacos, al igual que el soma, se les suele denominar fármacos de la felicidad; o mejor dicho, antidepresivos. Como su nombre indica, estos medicamentos se utilizan para tratar la depresión. Debido al trastorno bioquímico del cerebro, las personas que sufren depresión se ven afectadas por la imposibilidad de afrontar las tareas cotidianas, el insomnio y la hipersomnia (más somnolencia), los trastornos del apetito, el nerviosismo, la pérdida del deseo sexual, la falta de placer y la dificultad para concentrarse. Según pone en el DSM IV (manual canónico de enfermedades mentales), la depresión es una alteración del estado de ánimo. La enfermedad mental. Estos medicamentos, por tanto, al igual que el resto de medicamentos, deben ser recetados por el médico tras el diagnóstico. Sin embargo, no siempre es así.
Moderar
El hombre puede desear muchas cosas apasionadamente, la riqueza y la fama, el poder y el éxito, incluso la mujer de su amigo, pero, además de todo, el hombre quiere ser feliz. Sin embargo, los caminos de la felicidad son inimaginables y, a pesar de los esfuerzos realizados, a veces se producen obstáculos cotidianos. Por eso, sin estar enferma, mucha gente toma antidepresivos para sentirse un poco más alegre, pensando que así solucionará sus frustraciones y tristezas.
No podemos culpabilizar sólo a los laboratorios, pero la automedicación puede deberse a que la publicidad ha hecho poco caso a los efectos secundarios. Hace 30 años se creó el medicamento que revolucionó el mercado de antidepresivos, con una eficacia inmejorable y sin daños, según los vendedores. Este medicamento pronto conquistó los corazones y cabezas de enfermos e hipocondríacos. Su nombre: Proceso El principio activo es el clorhidrato de fluoxetina, inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina. Aumenta el nivel de serotonina cerebral, lo que da cierta satisfacción al consumidor.
El producto, que fue comercializado primero en Bélgica en 1987, apareció dos años después en Estados Unidos, y posteriormente los inventores extendieron su nuevo descubrimiento a todo el mundo. El éxito de estas décadas ha sido tal, que la influencia de Procac no se ha limitado a la salud. Se ha convertido en un icono de nuestro tiempo y, por lo tanto, ha tenido un gran prestigio entre los culturistas, cuyo nombre ha sido continuamente citado por narradores, cantantes, poetas.
Con el paso de los años, las virtudes del Procac han sido, según los expertos, la eficacia y la inocuidad. Los efectos secundarios más comunes son: sueños anormales, eyaculación y visión, disminución del apetito sexual, mareo, ansiedad, boca seca, síntomas de la gripe, vientos, dolor de cabeza, impotencia, insomnio, picor, falta de hambre, dolor de tripa, náuseas, nerviosismo, lloros, sinusitis, somnolencia, dolor de garganta, sudor, temblor, olores. Y, sin embargo, a pesar de que estas conclusiones no son nefastas, han existido numerosas polémicas en torno a Probac.
Hace diez años un hombre que consumía aquel medicamento se suicidó. La verdad es que no es un hecho sorprendente sabiendo que tenía depresión, pero es grave que antes de hacerlo mató a 8 personas y acabó con 12 heridos. El laboratorio Eli Lilly fue juzgado por este caso y, tras un proceso bastante confuso, los jueces determinaron que el laboratorio no tenía responsabilidad penal. Desde entonces, se han realizado investigaciones puntuales sobre si los antidepresivos, en general, incrementan las tendencias suicidas y agresivas, no llegando a un acuerdo entre expertos. Dado que los receptores más sensibles son los jóvenes, los psiquiatras advierten a los padres de que por si acaso el antidepresivo puede generar comportamientos anormales en niños y adolescentes.
Si es así, conociendo estas sospechas sobre los fármacos, ¿por qué consumir antidepresivos sin necesidad real? Además, el efecto de las píldoras no se nota hasta el consumo de unas semanas. A diferencia de la soma de Huxley, los antidepresivos de hoy tienen importantes desventajas y no conviene usarlos si no hay necesidad urgente.
Psicología Positiva
A veces parece que las aportaciones que puede hacer la ciencia son aparejos o medicinas para la salud. Pero hay áreas de investigación que, sin generar productos materiales, nos ofrecen mejoras favorables para aumentar nuestro bienestar. Estas áreas de trabajo son principalmente Humanidades y Ciencias Sociales. Por ejemplo, la Psicología, a pesar de no actuar con medicamentos, ha conseguido grandes avances científicos y nos ayuda a comprender y curar la mente humana. Además, hay problemas o debilidades mentales que no necesitan el Procedimiento del psiquiatra. El miedo, la vergüenza, la tristeza, la melancolía, el desamor, ¿quién no soporta en algún momento semejantes males? Pues bien, para hacer frente a los sentimientos normales hay medios más adecuados que la medicación, sin efectos secundarios, uno de ellos bastante apropiado, basado en estudios actuales de Psicología: Psicología Positiva.
C.P. Martín El doctor Seligman se debe a la Psicología Positiva, una nueva forma de entender la salud mental. En lugar de incidir en las enfermedades de las personas, esta disciplina tiene en cuenta aspectos saludables: investiga emociones positivas, características beneficiosas de la naturaleza. La psicología tradicional pretende resolver las carencias y carencias de las personas, por lo que se preocupa más por conocer las debilidades (ansiedad, depresión, estrés, etc.). ), que son los temas a tratar por los psicólogos según el DSM-IV. La nueva psicología, más que para superar las enfermedades, pretende proponer vías para alcanzar la alegría. Cómo aprender, disfrutar, ser generoso, vivir optimista… es lo que busca la nueva tendencia del Dr. Seligman.
Terapia para sanos
Para este experto, lo único que queremos los seres humanos es dejar de sufrir. Es más, queremos una vida agradable y una vida inteligente. Y aunque muchas veces así lo creemos, lo que más bienestar nos aporta no es un placer físico, sino un flujo de tareas enriquecedoras a través de la puesta en marcha de nuestras capacidades. Eso es lo que Seligman quiere hacer ver. En su opinión, la Psicología Positiva es una ciencia que nos puede ayudar a conseguir lo mejor de la vida. Terapia para personas sanas. Metafóricamente hablando, ya que no basta con pasar de un estado de menos cinco a cero, el objetivo es subir de cero a cinco.
Hemos oído muchas veces, sobre todo desde el auge de las investigaciones genéticas, que nuestra identidad es mayoritariamente innata, y que la rareza inmutable nos hace felices o tristes. Sin embargo, el doctor Seligman niega esta tesis extrema y en su libro Authentic Happiness (2002) afirma que la actitud optimista puede aprenderse en gran medida.
Para ello, el doctor ha analizado las peripecias de las personas más felices y ha querido saber qué les hace tan feliz a las personas que viven contentas y alegres: qué valores tienen, cómo viven en el día a día, qué costumbres tienen, etc. De antemano podría pensarse que estos individuos van a ser completamente diferentes entre sí, ya que cada uno tiene sus propios medios para ser felices, cada uno busca sus razonamientos para dar sentido a la vida. Pues parece que la realidad es diferente. Los seres humanos felices son muy similares entre sí.
Según los resultados del estudio, la relatividad moral no es defendible. Además de los individuos, la mayoría de las culturas comparten la misma opinión sobre las virtudes a conservar y sobre las costumbres convenientes. Además, así lo dice Seligman, la investigación ha demostrado realmente la felicidad
que su puesta en práctica supone. Pero, ¿cuáles son esas virtudes? Seis son: sabiduría, coraje, humanidad, justicia, mesura y trascendencia.
Para profundizar en sus efectos, Seligman ha invertido millones de dólares y ha creado 50 grupos de investigación alrededor del mundo, con un total de 150 investigadores. Además, ha abierto cuatro centros con psicólogos clínicos en Psicología Positiva. Xabier Lete dice en una canción que la felicidad es una palabra sencilla inventada por los poetas, que no podían acertar. No vamos a hablar de lo que los poetas pueden imaginar aquí, pero podemos decir que los científicos, por lo menos, intentan hacerla accesible. Por un lado, nos ofrecen fármacos, como el Procac, que ayudan mucho a resolver las tinieblas de la depresión. Por otro lado, para los más normales, para que no se pierdan en el empeoramiento de la automedicación, la Psicología Positiva es una buena opción. Conociendo los frutos que nos da la investigación científica, no podemos decir, como Lete, "felicidad siempre de los demás".