Te quiero, me quieres, Robot
2011/09/03 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
Aunque la zona está en sus inicios, el Laboratorio de Robótica Social de la Universidad de Singapur ya ha construido un prototipo. Ha sido presentada en diversos congresos y ha incluido vídeos en You Tube. En los vídeos se ha explicado el funcionamiento del robot y se han realizado representaciones para mostrar cómo se comporta, por ejemplo, cuando la persona que ama acaricia (se le aproxima) y cuando esa persona habla con otra (se aleja y finge).
La verdad es que a la vista del vídeo, en los movimientos del robot se identifican fácilmente estos dos comportamientos estereotipados, es decir, la satisfacción con los gestos amorosos y los celos. Sin embargo, según los investigadores, en su investigación han buscado que la relación se mantenga en ambas direcciones, lo que es más difícil de ver en el vídeo. Seguramente la apariencia del robot no ayuda mucho a ello, porque no parece muy querida (se parece a una cazuela revolucionada).
En cualquier caso, la investigación es técnicamente muy interesante. Los robots sociales ya disponen de sistemas de interacción con el entorno y las personas. En la Universidad de Singapur se ha diseñado un módulo de comportamiento específico para el robot, con el fin de que actúe de manera adecuada para lograr un vínculo profundo con una persona.
Para “decidir” cómo actuar, el robot recibe dos tipos de señales, auditivas y táctiles de la persona. Las respuestas, además de estas dos formas, las da el color, el movimiento y la vibración. Por otra parte, controla parámetros como cercanía, repetición, adhesión, imitación y atracción.
De hecho, según los investigadores, son los factores de comportamiento que más influyen en las relaciones amorosas. Por tanto, han desarrollado y aplicado al robot un modelo informático que contempla estos factores para que pueda comportarse adecuadamente cuando interacciona con su amante y su entorno.
Ecuaciones hormonales
Sin embargo, lo más llamativo es que el robot ha sido sometido a un sistema hormonal artificial. Parece ser que este sistema es clave para que el robot tenga la capacidad de amar y ser querido. Entre las hormonas artificiales que han utilizado se encuentran la dopamina, la serotonina, la endorfina y la oxitocina, todas ellas estrechamente relacionadas con las emociones que viven en las relaciones amorosas: excitación, alegría, bienestar, satisfacción, empatía, confianza, adhesión...
Además de estas cuatro hormonas, se han añadido algunas relacionadas con parámetros biológicos (concentración de glucosa en sangre, frecuencia cardiaca, temperatura corporal, hambre...): melatonina, epinefrina, noepinefrina, orexina, grelina y neptina. Junto a las anteriores, todas ellas son variables de las ecuaciones que determinan el comportamiento del robot.
Así, según los investigadores, el robot se comporta de manera afectiva y emocional. Además, este vínculo es permanente, se va consolidando con el tiempo y es bidireccional. Así, por ejemplo, sentirá menos amor que su amante habitual respecto a una persona que acaba de conocer. Cualquiera sabe, el robot puede tener éxito entre quienes buscan una relación de este tipo.
Publicado en el Anexo GAUR8.
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