Creciendo el mundo
2005/04/01 Rementeria Argote, Nagore - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria
La cantidad y calidad de esperma que generan los hombres en las últimas décadas está disminuyendo y existe la duda de que la causa no es la contaminación, más concretamente se sospecha que se debe a compuestos que actúan como hormonas. Estos compuestos se denominan también disruptores endocrinos, o xenohormona, para diferenciarlos de las hormonas que produce el propio cuerpo, y son capaces de poner patas arriba el sistema endocrino.
Hace 30 años, en 1975, por accidente, se vertió un compuesto llamado kepone a un río del estado norteamericano de Virginia. Esta sustancia era utilizada como ingrediente para fabricar un pesticida. Y tras los estudios realizados a los hombres que tuvieron contacto con el cepón como consecuencia del vertido, se observó que tenían menos esperma. Este compuesto se comportaba como un estrógeno.
Sorprendentes conclusiones
Para entonces se observaron hechos similares en animales. A principios de la década de 1970 se descubrió que en algunos ríos contaminados había más hembras que peces macho. Pocos esperaban que esta ‘emitación’ se deba a unos compuestos que se vertían a las aguas residuales. De hecho, estas sustancias se producían con otras finalidades, la mayoría de ellas pesticidas y herbicidas, y no se parecían estructuralmente al estrógeno. Fue necesario un trabajo de diez años para demostrar que estas sustancias actuaban como hormonas, para darse cuenta de que eran xenhonores.
Son casos muy llamativos: percas masculinas con huevos, huevos de tortuga y ave con caparazón más blando de lo normal... Y no creas que esas curiosidades se dan al otro lado del mundo: El estudio de las perlas de la parte baja del río Ebro ha revelado que los machos tienen menos testosterona de lo normal y que tienen una espermatogénesis agitada y que las hembras llegan más tarde de lo normal, entre otras cosas.
El problema de las percas aumentadas se ha detectado en muchos ríos europeos, por lo que se está investigando sobre los ríos de todo el continente, y se quiere ver cómo la contaminación ha afectado al sistema endocrino de especies en el medio acuático. Y no sólo en Europa, por supuesto, sino en todo el mundo, y sobre todo en Estados Unidos. Allí encontraron los primeros indicios de las hormonas disruptivas.
Uno de los acontecimientos que más repercusión ha tenido en los medios de comunicación también ha tenido lugar en Estados Unidos y tiene que ver con los caimanes. Los caimanes del Lago Apopka de Orlano tienen una penis un 25% inferior a la habitual, y no sólo eso, sino que el nivel de testosterona en sangre es muy bajo, equivalente al de las hembras. A esta conclusión llegó un zoólogo de la Universidad de Florida analizando los datos que recibió entre 1994 y 95. Comparó los datos recogidos en el apopán con otros de una laguna situada a escasos 50 kilómetros. Las diferencias climáticas y de recursos alimenticios no son significativas entre dos lagunas, siendo la mayor diferencia la contaminación.
En 1980 se produjo un vertido grave en la Laguna de Apopka: en una industria química se desbordó un pozo de escombros y se vertieron pesticidas al lago, entre ellos el DDT. Sólo uno de cada diez caimanes consiguió progresar, aunque la calidad del agua aumentó a medida que se recuperaba. Sin embargo, los compuestos emitidos ya habían sido introducidos en la cadena de alimentación y en unos años su influencia se hizo evidente.
Para demostrar que la relación entre el DDT y el bajo nivel de testosterona de los caimanes era correcta, se trabajó en laboratorio con huevos de caimán. Y los resultados no dijeron lo contrario, al contrario, aseguraron que el DDT actuaba como una hormona disruptora que influía en la fisiología reproductiva de los caimanes.
Al parecer, en mayor o menor medida, son capaces de provocar respuestas inadecuadas o desproporcionadas al sistema endocrino, por lo que se considera que causan daños en el desarrollo del feto, en su capacidad reproductiva y en su comportamiento, así como un crecimiento excesivo de las células (la carcinogénesis).
Mecanismo complejo
Lo cierto es que las estructuras químicas de la xenhonrina no se parecen ni al estrógeno y, sin embargo, asocian al receptor de estrógenos de la célula y favorecen la respuesta del sistema endocrino, que en realidad se compara más con el estradiol que con el estrógeno, que es la estructura funcional del estrógeno.
Sin embargo, no todos los compuestos tienen el mismo efecto: la mayoría producen una respuesta más débil que el estrógeno, pero cuando hay más de un compuesto (como ocurre realmente en un río) la respuesta es mucho mayor que la suma de lo que individualmente producirían estos compuestos, se multiplica.
La relación entre estrógeno y receptor se ha explicado como analogía de la relación entre la cerradura y la llave. Una zona del estrógeno se adapta a otra del receptor, como la llave en la cerradura. Sin embargo, como se puede apreciar, en la cerradura del receptor también se adaptan en su estructura compuestos que no se parecen a esta ‘llave’. En ocasiones se consigue el mismo efecto que el estrógeno, conocidos como xenoestrógenos, y en otras ocasiones se produce el bloqueo del receptor, que son antiestrógenos.
Se considera que la clave de la medida de impacto está en la relación entre el compuesto y el receptor. De hecho, el estrógeno se asocia a un receptor específico y juntos atraen a un segundo receptor. Las moléculas libres de estrógenos del citoplasma tienden a unirse a este simple receptor. De esta forma se forma el receptor dímero de estrógenos, es decir, dos parejas de receptores de estrógenos. Y este dímero se asocia a la cadena de ADN y se despierta o silencia un gen.
Los xenoestrógenos actúan igual. Al parecer, la capacidad del segundo receptor asociado para atraer a otro estrógeno o xenoestrógeno depende de la relación entre el receptor de xenoestrógeno. Cuanto más atractivo es el segundo receptor, más rápido y abundante es la respuesta que genera.
Buscando pruebas
Cuando se sospecha que un compuesto es disruptor, se realizan varias pruebas en el laboratorio. Entre otras cosas, se quiere saber si la sustancia actúa como disruptora o no y en qué medida afecta.
Algunos ensayos se realizan con animales, pero otros con células. Uno de ellos es el test de Litmus. Se utilizan células de levadura a las que se incorporan receptores y gen humano sensible al estrógeno, así como otro gen que denuncia una respuesta similar al estrógeno; si el compuesto probado activa el gen del estrógeno, la célula se azulea.
A través de este bioensayo se ha medido la ‘estrogenicidad’ de muchos compuestos, pero no sólo de forma individual sino también en conjunto, y en algunos casos se ha observado que un compuesto puede tener en grupo una respuesta mil veces mayor que la individual, medida en función de la intensidad de color azul que adopta la célula. Una hipótesis para explicar esto es que los receptores tienen más de un espacio para asociar xenoestrógenos, y que cuando se unen dos xenoestrógenos a un receptor, las respuestas son mucho más numerosas que las individuales.
Como se ve, todavía queda mucho por investigar. El ser humano produce alrededor de 100.000 compuestos no presentes en la naturaleza, que de una u otra manera llegan al medio ambiente y, sobre todo, al agua.
Todo esto es tan nuevo que los investigadores tienen la responsabilidad de establecer una sólida base científica sobre este tema. Hay muchas preguntas que hay que responder: qué contaminantes pueden actuar como hormona, si tienen una vida larga o si, por el contrario, se degradan fácilmente, se acumulan en la cadena alimenticia, por qué algunos tienen influencia de estrógeno y otros lo contrario, qué otras funciones del sistema endocrino pueden dañar, en qué cantidades son peligrosas, afectan al ser humano, etc.
Además, se encuentran las hormonas sintéticas que llegan también a los ríos y se sospecha que afectan al sistema endocrino de la fauna. Pues bien, responder de forma coherente a estas sospechas será fundamental para prevenir el problema. Si vamos a tiempo… eso es otra cosa.
Estrógenos naturales, sintéticos y otros
Aunque los estrógenos son producidos tanto por hembras como por machos, son especialmente importantes para el desarrollo de los órganos reproductivos de la hembra y para la actividad cíclica de los ovarios. Por ello se dice que provocan las características de las hembras. Los estrógenos son hormonas esteroides, basadas en la estructura del colesterol, al igual que las progestinas y los andrógenos, del ciclopentanofenantreno.
Los estrógenos sintéticos (medicamentos sintetizados para regular la actividad de los estrógenos) no tienen ni una estructura semejante, pero lo más sorprendente es que algunos xenoestrógenos, pesticidas y herbicidas, tengan una estructura diferente, fíjate en el compuesto llamado kepone. Parece mentira que la influencia del estrógeno sea la misma en las células.
¿Y los estrógenos de las plantas qué?
Los compuestos que actúan como estrógenos animales no son sólo compuestos sintéticos, sino también residuos industriales si han sido naturales en las plantas. Se conocen como fitoestrógenos y se encuentran en la soja, el arroz, la patata, la manzana y el ajo, entre otros, en los alimentos del día a día.
Las más investigadas son probablemente las isoflavonas de la soja. De hecho, se sabe que en algunos países asiáticos hay menos casos de cáncer hormonal y que las mujeres tienen menos problemas en la menopausia. En estos países se consume mucha soja y parece que estos beneficios se derivan de la isoflavona de la soja.
A veces los fitoestrógenos son beneficiosos, pero también pueden resultar perjudiciales si se toman en exceso: según estudios realizados con animales, pueden influir en la reproducción, como el mandaperejil ( Daucus carota ), escribió Hipócrates, que evitaba los embarazos. IV. En el siglo XX se ha descubierto que contiene un compuesto que bloquea la progesterona. Sin embargo, es difícil que un hombre o una mujer ingieran un exceso de fitoestrógenos en la dieta, ya que para ello sólo debería ingerir alimentos con fitoestrógenos en la dieta, y los vegetarianos difícilmente.