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Odón de Buen, por el conocimiento y la oceanografía

2015/01/01 Etxebeste Aduriz, Egoitz - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. Manu Ortega/CC BY-NC-ND

Republicano, librepentino, ateo y darwinista. Así se definía el zaragozano Odón de Buen y del Cos. No era de extrañar, por tanto, que en 1936 terminara en la cárcel. Humillación, aislamiento, enfermedad y suciedad. “Todo estaba repleto de pulgas, trozos y cucarachas, todo el edificio lleno de chinches, incluso enfermería y cocina”. Pero en esta situación siguió dando clases sobre el mar, a compañeros de cárcel, guardas, monjas, enfermeras…

“El conocimiento nos hará libres”, uno de los ideales de la vida de De Bueno. Y trabajó siempre con el objetivo de difundir la cultura científica como periodista científico, profesor universitario, político y precursor de la oceanografía.

Nació en Zuera en 1863. Al ser un alumno brillante, gracias al esfuerzo de su familia y al apoyo del Ayuntamiento de Zuera, pudo realizar el bachillerato en Zaragoza y la carrera de Ciencias Naturales en Madrid. Tanto en uno como en otro, ganaba unas cuantas pesetas dando clases a alumnos más jóvenes. En la Universidad tuvo como alumno y amigo a Miguel Primo de Rivera.

Además de la universidad, también contó con la escuela del semanario Las Dominicales del Libre Pensamiento. Escribía noticias científicas desde los kilómetros de los ferrocarriles rusos hasta los estudios de Ramón y Cajal.

En 1885, a los 22 años, fue elegido para participar como naturalista en la expedición que la antigua fragata Blanca del Ejército Español iba a realizar dando la vuelta al mundo. Entre tanto, el naturalista zaragozano poco sabía del mar.

El viaje de tres años, de cinco meses, recorrió Europa y el norte de África. Pero fue decisivo para De Bueno. Así lo escribiría casi 50 años después en sus memorias: “En aquel viaje tomé el rumbo de mi vida futura. Me encontré con el mar y me lo contemplé: impresionante, despreciando el nulo de nuestro barco de madera. Sentí una pasión insaciable por descubrir los secretos escondidos bajo las olas y el origen de la vida en los océanos. Decidí dedicar mi actividad a la oceanografía, que entonces estaba en sus inicios”.

En 1889 toma la Cátedra de Zoología y Botánica de la Universidad de Barcelona. Allí trabajó muchísimo para transformar la educación. Creía más en las prácticas que en las clases magistrales y empezó a organizar salidas para recoger muestras geológicas o marinas. “Aprender ciencias naturales en museos es como aprender literatura en diccionarios”, afirmaba.

Muchos no veían con buenos ojos esta forma de enseñar. Y eso le iba a traer más problemas al empezar a enseñar y a expandir las teorías de Darwin. Prohibieron sus libros sobre historia natural y denunciaron que su enseñanza era herética. En 1895 se le suprimió la cátedra. El día que le enviaron de la universidad, unos 300 alumnos le acompañaron a su casa, gritando “¡Viva la libertad!”, “¡Viva la educación libre!”, “Gora Odón de Buen!” y “¡Abajo el obispo!”, “¡Abajo la religión!”.

De Bueno no dejó de dar clases. Los donaba en asociaciones o donde podía. Los conflictos provocaron que la universidad permaneciera cerrada durante dos meses. Y finalmente decidieron volver a la cátedra De Bueno.

También fue político en Barcelona: concejal y senador. Esto habría reconocido en sus memorias que había retrasado un poco su labor científica, pero que le sirvió mucho para organizar la investigación oceanográfica en España. “Ser senador me abrió grandes puertas. Conseguí simpatía entre los peces grandes; me distancié de España; y tuve una estrecha relación con el Príncipe de Mónaco, un gran honor para mí y un incalculable provecho para España”.

Después, abandonó la política y se dedicó a la ciencia y la educación. En 1906 funda en Mallorca el Laboratorio de Biología Marina. Y en los próximos años realizaría diversas campañas oceanográficas.

En esa época nació también la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa (1908), con la que De Bueno tuvo una estrecha relación desde el principio. En 1913, invitado por la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa, ofreció un par de conferencias en el cine Miramar. Entre otras cosas, habló del proyecto de creación del Instituto Oceanográfico Español. Entre los asistentes se encontraba Alfonso XIII.

Al año siguiente, en 1914, se creó el Instituto Oceanográfico Español IEO. El rey tuvo un papel importante, según De Bueno: “…homenaje al rey a mis aplausos. El Jefe del Estado ha mostrado un gran interés por el desarrollo de investigaciones oceanográficas en España, tanto cuando mi Príncipe de Mónaco asistió en Madrid a las humildes conferencias de mi ciudad, como cuando ha tenido la oportunidad de hacerlo”.

El IEO era un gran logro. Desde aquel viaje de 1885 vio clara la necesidad de investigar en oceanografía y De Bueno consiguió dotar a España de una estructura y base sólida para ello. También fue progresista su punto de vista sobre la investigación marina: “El mar es una fuente inagotable de alimentos saludables y baratos que se renueva constantemente, pero es necesario regular con sabiduría la explotación. Sin la base de estudios oceanográficos no se puede avanzar un paso y estaríamos en grave peligro de secar la fuente en lugar de aumentar el caudal”.

Los de la década de 1920 fueron excelentes años para De Bueno. Tuvo un gran respeto nacional e internacional. Su amistad con Primo de Rivera también le vino bien durante su dictadura. Sus últimos años no fueron dulces. En 1936, al ver que en Madrid había un gran revuelo, se trasladó al laboratorio de Mallorca pensando que allí estaría más tranquilo. Allí fue capturado por los nacionales. Después de un año en la cárcel, fue liberado gracias a las peticiones procedentes de Europa a cambio de la hermana y la hija del difunto Primo de Rivera.

De Bueno huyó a Francia junto a su mujer. Allí empezó a escribir sus memorias. En 1941, al morir su mujer, viaja a México. Allí tenía a sus hijos. Escribió para ellos: “Sigo con mis ideas de librepentino de siempre. Desde muy joven he vivido fuera de la religión y os habéis educado en una casa librepentina feliz. Enterrarme civilmente (…) Que mi cuerpo esté, si es posible, junto a la de vuestra santa madre. Murió fuera de cualquier religión y fue enterrado civilmente. Nuestra religión era la justicia de conciencia, el bien, la familia, la ciencia, la libertad, la justicia y el trabajo. Hicimos todo lo bueno que pudimos y no hicimos mal a nadie intencionadamente”.

 

Bibliografía:

Ansede, M.: “El divulgador de la ciencia por la Iglesia”. Materia (2013)

Buj, A.: Buen, Odón de. Mis Memorias (Zuera, 1863-Toulouse, 1939)”. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 11(541) (2004)

Calvo Roy, A. “Odón de Buen, ciencia y política entre las dos repúblicas”. Charla en el Aquarium de San Sebastián 2014

Parrilla-Barrera, G.: “Odón de Buen, Forerunner of spanish oceanography”. Oceanography 18(3) (2005)